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Estados Unidos necesita un enfoque más estratégico en el comercio hemisférico

By Eric Farnsworth

The United States should promote Pacific integration to boost North American competitiveness. The Trans-Pacific Partnership offers a perfect opportunity, writes Eric Farnsworth in Reforma. (en español)

El comercio hemisférico está a la deriva y sólo mayor creatividad, visión estratégica y liderazgo volverán a encaminarlo. A pesar de la consabida retórica de colaboración e intereses compartidos, la realidad es que no sólo Estados Unidos y Canadá sino también buena parte de los países latinoamericanos, le están dando prioridad a estrechar sus lazos individuales con Asia, dejando de lado la idea de que unidos serían más competitivos.

La reciente Cumbre de las Américas en Colombia, el lugar obvio para haber arrancado a trabajar sobre una agenda comercial común, se enfocó en Cuba, las islas Malvinas y las drogas, tres temas sobre los cuales, como era previsible, hubo poco progreso. Mientras tanto, el canto de sirena de las políticas proteccionistas que mantuvo postrada a la región durante años, está ganando fuerza.

Varios países, especialmente en la Cuenca del Pacífico, están trabajando duro para resistir la marea proteccionista y siguen dispuestos a acercarse a Estados Unidos, pero no quieren esperar más. Entre ellos están Chile, Colombia, México y Perú, que junto con Canadá en el papel de observador, firmaron hace poco un acuerdo para aumentar su intercambio y fortalecer su habilidad de aproximarse como un bloque a Asia. Costa Rica y Panamá ya se han puesto en la fila.

Este es precisamente el esfuerzo que Estados Unidos debería estar aprovechando y liderando en el contexto del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (en inglés, TPP), un convenio comercial que está siendo negociado entre ocho países de Asia y Latinoamérica, además de Estados Unidos. El TPP es una innovadora iniciativa que ofrece la oportunidad de construir una nueva agenda de comercio para el siglo 21 que sincronice los objetivos de política comercial de la Administración Obama, con los de socios son capaces y están bien dispuestos.

Hasta el momento, las negociaciones del TPP han sido adelantadas con pequeñas economías con las que ya existían acuerdos de libre comercio como Brunei, Chile, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Australia también hace parte de ese grupo. Si las negociaciones concluyen sin un acuerdo para permitir que el TPP tenga nuevos miembros, el resultado final no dará lugar a una dramática expansión de las exportaciones norteamericanas, debido a que la mayor parte del comercio y las inversiones entre los actuales socios del TPP ya están liberados.

Las ganancias reales en materia de comercio para Estados Unidos provendrían de economías que ya están más integradas y producen bienes en conjunto de una forma fluida, lo cual los beneficia a ellos y a terceros. Nuestros vecinos México y Canadá son campeones en hacer justamente eso.

Sorprendentemente, sin embargo, los negociadores estadounidenses se han negado a facilitar la entrada de México a las negociaciones, por temor a complicar el proceso político y desacelerar el ritmo de las negociaciones. Son preocupaciones legítimas, pero la principal prioridad de los negociadores debería ser lograr un acuerdo que tenga sentido económico, que aumente la competitividad y esté en sintonía con las prioridades estratégicas, en lugar de un acuerdo negociado contra el reloj y de impacto limitado.

La velocidad es importante pero en este caso la calidad, el alcance económico y las consideraciones estratégicas del acuerdo, son mucho más importantes.

Canadá es nuestro principal socio comercial y México nuestro segundo mercado exportador. Ambos son miembros de la OECD y el G20, cuya sede será precisamente México la próxima semana. Ambos han sido socios capaces y responsables, en medio dramáticas transformaciones políticas y económicas. Nuestras economías están integradas al punto que Norteamérica es actualmente una plataforma conjunta de producción, lo cual beneficia de manera directa y dramática nuestra competitividad, nuestro crecimiento y nuestro bienestar.

De todas maneras, si quiere competir efectivamente con otras naciones que están en ascenso, Estados Unidos debe dar pasos en esa dirección. Negociar el TPP en forma conjunta –Estados Unidos, México y también Canadá- nos dará una mejor oportunidad de promover un marco regulador para las relaciones económicas en la Cuenca del Pacifico, al tiempo que nos permitirá construir sobre el progreso alcanzado desde que el NAFTA entró en vigor.

Debemos actuar rápido dado el estado avanzado de las negociaciones del TPP, lo mismo que la proximidad de las elecciones mexicanas. Los negociadores estadounidenses deben apoyar un acuerdo que responda mejor a las necesidades estratégicas que tiene Estados Unidos, en un ambiente global altamente competitivo. Recibir sin más demoras a México y a Canadá como socios plenos en el proceso de negociación del TPP, y expresar públicamente el apoyo a las candidaturas de Colombia, Costa Rica y Panamá, contribuiría a lograr eso.

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