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¿Qué sigue para Venezuela?

By Eric Farnsworth

El líder interino Nicolás Maduro reforzará su legitimidad política como defensor del legado chavista y continuará manteniendo a Estados Unidos a distancia, escribe Eric Farnsworth para El Tiempo de Colombia.

Maduro se concentrará en consolidar su propia posición interna y en encontrar formas para remendar los huecos en la economía venezolana.

La muerte del presidente venezolano Hugo Chávez esta semana es un momento crucial. Durante sus 14 años de mandato, su labor enfocada en propagar la revolución socialista en Venezuela y en todo el hemisferio, dividió profundamente la política regional, polarizó a su propia población, y abrió una brecha entre Venezuela y Estados Unidos. Para algunos, Chávez fue una figura formidable, un símbolo del líder que no teme enfrentarse a los poderes establecidos y dar voz política a los que nunca la han tenido. Para otros, fue un autócrata que desmanteló instituciones democráticas independientes, destruyó la economía venezolana, y complicó gravemente las relaciones hemisféricas.

Ahora con las elecciones que se requerirá convocar en breve, lo que empieza es una lucha por definir el legado de Chávez. El líder interino y el designado como su sucesor, Nicolás Maduro, ha reclamado el manto del chavismo, pero carece del carisma y la narrativa personal que tenía su mentor. Por si fuera poco, Chávez le legó una economía en deterioro, crimen en alza y mejores relaciones internacionales con parias globales como Irán, que las que tiene con Estados Unidos, un país que ha sido un aliado tradicional y el mayor mercado para sus ventas de petróleo. En lugar de llamar a la reconciliación nacional, al restablecimiento de relaciones internacionales o –improbable- a la formación de un gobierno de unidad nacional para hacer frente a estos graves problemas, Maduro ya se ha movilizado para minar las primeras iniciativas de Washington de mejorar los lazos, al tiempo que se dedica a vilipendiar a la oposición política en su país.

No hay duda de que Maduro está haciendo esto para consolidar su propio papel como el guardián de la antorcha que cargaba Chávez y para reforzar su propia legitimidad a los ojos de su base política. Pero el efecto práctico es que sigue dividiendo a la sociedad venezolana, mientras mantiene Estados Unidos a distancia. Todos debemos esperar un difícil camino por delante.

Claramente, Washington quiere mejorar su relación con Caracas, y vio con frustración el desinterés de Chávez en establecer cualquier lazo que no sirviera apenas como apoyo para sus ambiciones políticas o como mercado para su petróleo. Maduro parece satisfecho con seguir la misma línea. Si antes de la muerte del mandatario los representantes del gobierno norteamericano estuvieron en contacto con sus pares venezolanos, incluyendo al propio Maduro, abogando por medidas para aumentar la confianza y  establecer un camino hacia la mejora de las relaciones, ese esfuerzo se ha puesto en suspenso, al menos hasta que Maduro efectivamente gane las elecciones. La prueba está en la expulsión en los últimos días de dos empleados de la Embajada estadounidense en Caracas y en el reclamo ridículo de que Estados Unidos es el responsable por el cáncer y la desaparición de Chávez.

Desde la perspectiva de Estados Unidos, el esfuerzo más apropiado sería trabajar con socios hemisféricos como la Organización de Estados Americanos para promover unas elecciones libres y justas que deben celebrarse, de acuerdo con la Constitución de Venezuela, en los 30 días siguientes a la incapacidad o muerte del Presidente. El terreno es claramente desigual para la oposición. Todos los recursos del Estado están siendo movilizados en apoyo del candidato chavista, incluida la prensa oficial, la compañía petrolera nacional PDVSA y las fuerzas armadas, que según informes de prensa ya han prometido lealtad a Maduro, violando así su mandato de imparcialidad política. La democracia en Venezuela no debe ser algo que se piensa a última hora.

Sin embargo, el escenario más probable es una victoria de Maduro en las próximas elecciones y un nuevo mandato para el chavismo. ¿Habrá oportunidades para mejorar las relaciones con Washington? Sólo si Caracas quiere una relación con Estados Unidos que vaya más allá del puro interés en comercio y energía. Mientras tanto, Maduro se concentrará en consolidar su propia posición interna y en encontrar formas para remendar los huecos en la economía venezolana. Con suerte, también tomará la decisión de seguir jugando un papel responsable alentando a los líderes de las FARC a firmar la paz con Colombia y a detener el flujo de narcóticos que pasan por Venezuela en su camino a Norteamérica.

La muerte de Chávez concluye una época. Queda por ver si, sea quien sea su sucesor, seguirá el mismo curso o tomará un rumbo distinto. Mi esperanza es que pase lo último, pero si tuviera que apostar, le apostaría a lo primero.

*Eric Farnsworth es el Vicepresidente y jefe de la oficina de Washington del Consejo de las Américas.

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