This Must Be the Place: Latin American Artists in New York, 1965 – 1975 parte II en Americas Society. (Foto: Arturo Sánchez)

This Must Be the Place: Latin American Artists in New York, 1965–1975, parte II en Americas Society. (Foto: Arturo Sánchez)

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This Must Be the Place: El arte latino en Nueva York (1965–1975)

By Humberto Valdivieso

"El resultado de la investigación es un valioso aporte y una invitación…a seguir desocultando la labor de los latinoamericanos en esos años luminosos", escribe Humberto Valdivieso en El Nacional.

En el otoño de 2021 fue inaugurada la muestra This Must Be the Place: Latin American Artists in New York 1965–1975. Permanecerá en la Americas Society de esta ciudad hasta mayo de 2022. En ella puede apreciarse la producción de los artistas latinos que emigraron o estuvieron de paso ahí durante esa década. Se trata de una investigación rigurosamente documentada con obras, datos biográficos e inmersa en el espíritu de aquellos años. Con todo, la museografía, lejos de cultivar un discurso nostálgico, permite a lo reunido en las salas trazar ciertas líneas estéticas, conceptuales y sociopolíticas que pueden rastrearse hasta nuestros días. Su curadora, Aimé Iglesias Lukin, explica en el catálogo que los cuarenta y un artistas y diez colectivos presentes conformaron una escena cultural heterogénea con ideas, pasados, experiencias migratorias y modos de expresión diversos. Asimismo, que ahí no se muestra un conjunto uniforme de individualidades sino una red de grupos superpuestos interactuando e intercambiando.

Aquel “lugar”, en los años 60 y 70 del siglo XX, tenía un ambiente propicio para transformar conceptos, modos de vida y estructuras sociales anquilosadas. También, para la participación en luchas políticas urgentes y la reivindicación de la dignidad humana ante las injusticias sociales. Había un ímpetu por revisar las identidades, liberar al cuerpo de las estructuras de poder y expandir la conciencia. Experimentos con nuevos medios, materiales y formatos comulgaban con performances, acciones y happenings. Nueva York no era la tradición sino un laboratorio del presente. Aquellos jóvenes inconformes, y en muchos casos desplazados de sus países de origen por regímenes totalitarios, llegaron ahí para convertirse en investigadores del devenir. Tal como los “aeronautas del espíritu” de Nietzsche se lanzaron al infinito sin considerar los límites. Integraron el aliento que los sacó de sus tierras con experiencias de otras partes del planeta y la energía de aquella megalópolis que los recibió. Habitaron los círculos de las élites que habían hecho de esa urbe el centro del mundo. Colaboraron en sus talleres, participaron de sus exposiciones y militaron en sus luchas poéticas e ideológicas…

Mucho hay por decir a partir de esta muestra. También son cuantiosas las relaciones por establecer y los vacíos por llenar en la historia de estos artistas en Nueva York. Esto nos indica que el resultado de la investigación es un valioso aporte y una invitación, ciertamente provocadora, a seguir desocultando la labor de los latinoamericanos en esos años luminosos.

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