This Must Be the Place: Latin American Artists in New York, 1965-1975 en Americas Society. (Imagen: Arturo Sánchez)

This Must Be the Place: Latin American Artists in New York, 1965-1975 en Americas Society. (Imagen: Arturo Sánchez)

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El desembarco latino

By Laura Isola

Reformulando "'hacerse a sí mismo' por el 'hacerse latinoamericano' para encontrar en una comunidad imaginaria un modo de expresión", escribe Laura Isola en Perfil sobre This Must Be the Place.

En las páginas de El Entenado, la novela que Juan José Saer escribe a fines de los años 70 y publica en 1983, hay además de la recreación ficcional del viaje del grumete con la expedición de Solís al Río de la Plata, un tratado sobre la identidad y sobre todo, una puesta a punto del concepto de lo latinoamericano que tanto interesaba a su autor. Porque para Saer, dicho de manera muy rápida y general, la nueva narrativa latinoamericana de los años 60 fue más un problema para su trabajo literario que una moda o caravana a la que subirse en esos tiempos frenéticos de explosiones de escritores estrellas. Sus especulaciones filosóficas a la orilla del río eran más vacío que espacio de maravilla y abarrotado de selva y alucinaciones. En esa nouvelle, sobre todo, arregla cuentas con el boom y la obra de teatro que escribe el entenado a su regreso es la prueba de ello. Una desopilante sucesión de hechos exagerados sobre el espacio de lo real maravilloso latinoamericano que entretiene a un público europeo que es el espectador privilegiado sin cuestionamientos.

Por lo tanto, ser latinoamericano en esos años fue muchas cosas al mismo tiempo. ¿Qué significó, por ejemplo, en los años 60, cuando la literatura y las artes plásticas parecían haberse puesto de acuerdo en que latinoamericano era casi por totalidad una mezcla de realismo mágico con discurso indirecto libre y la presencia de los subalternos, el término más usado era “los otros”, que debería ocupar el centro del cuadro y el volumen de la escultura? En ese momento, ante un discurso bastante homogéneo que necesitaba un poco de Caribe y algo de selva amazónica, algunos escritores y artistas sintieron que no estaban en onda.

"This Must Be the Place: Latin American Artists in New York, 1965-1975", la muestra curada por Aimé Iglesias Lukin en Americas Society en Manhattan, problematiza esta relación agregando un nuevo componente: el lugar. Porque la hipótesis que sostiene a este conjunto de 41 artistas individuales y colectivos, con sus obras y sus prácticas experimentales es la incidencia de la ciudad de Nueva York. No sólo para el desarrollo creativo de cada uno de ellos sino para fortalecer el espacio cultural. Un tejido que entrecruzó la escena neoyorkina de manera sigilosa, disruptiva y desde esta mirada, esencial…

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