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Speech by Senator Cristina Fernandez de Kirchner in New York

The senator and presidential candidate addressed prominent business and public sector leaders at an AS/COA luncheon held in New York (en español).

The senator and presidential candidate addressed prominent business and public sector leaders at an AS/COA luncheon held in New York on September 26, 2007. A webcast of her speech can be viewed here. Remarks below:

26-09-2007 REUNIÓN CON EMPRESARIOS EN EL CONSEJO DE LAS AMÉRICAS, EN NUEVA YORK.

Siempre hubo con la Argentina una suerte de interrogante, uno lo podía escuchar desde muy joven, cómo un país con tamaños recursos naturales, con diversidad climática, con un paisaje donde podía distinguirse llanura, mar, montaña, hielo, algo que pocos países tienen en el mundo, con además una actitud en su capital humano, en sus recursos humanos claramente distintiva en toda la región latinoamericana.

El interrogante siempre era cómo puede ser que Argentina no pueda tener otro presente, otro modelo económico, político, institucional, que le permita crecer y convertirse en un país desarrollado.

En los últimos tiempos, que me ha tocado compartir y ser recibida por líderes sociales, políticos, aquí, en Europa, en la región Latinoamericana, la pregunta era a la inversa, cómo hizo la Argentina en tampoco tiempo para poder exhibir estos índices, esta realidad, este crecimiento, un crecimiento casi similar a tasas chinas, este año llevamos el 8,6 por ciento. Cómo puede haber modificado esos índices sociales, económicos, luego de lo que todo el mundo recuerda como la implosión del 2001.

Argentina era conocida en los noticieros internacionales por una devastadora crisis, que prácticamente colocó a la Argentina al borde de la disolución. Yo creo que estos dos interrogantes, el de antes, cómo no podíamos ser un país desarrollado y este de ahora, cómo hemos hecho en apenas 4 años y medio para exhibir estos éxitos, estos resultados puntuales y concretos, creo que hay una íntima vinculación entre las dos cosas.

Al recorrer la historia de las últimas décadas en la República Argentina, fundamentalmente en el último siglo, habla de una suerte de antagonismo permanente en la Argentina entre modelos económicos, que parecían que no podían complementarse y que necesariamente llevaba a la confrontación o a la exclusión del otro.

Desde la generación del ’80 que impuso el modelo exclusivamente agroexportador, cuando se ve a si misma como un segmento de la economía universal, y luego con el crack del ’30 se desploma, a la Argentina que luego hizo del proceso de industrialización y consumo interno, tal vez, conocido como sustitución de importaciones, que tuviera algo en contrario contra lo que pudiera ser la exportación agrícola ganadera, o fundamentalmente el mercado exportador, hasta lo que fue la década de los ’90, en la cual finalmente en una economía de transferencia, una economía que crecía también a números aceptables del 7 por ciento, en el marco de la convertiblidad, se producía el desplome de la sociedad argentina, con índices de desocupación que llegaron a orillar el 30 por ciento. Una Argentina que se convirtió en inviable socialmente y que la inviabilidad social de esa Argentina finalmente produjo la ruptura institucional del 2001.

Es que la economía no es una ciencia exacta como algunos creen, es profundamente social. La interacción de los agentes económicos, de los factores de la producción, de los que trabajan, de los que ponen el capital, de los usuarios, de los consumidores, de las expectativas, de la movilidad social ascendente o descendente, en definitiva todas ellas conjugan para que una economía pueda ser fortalecida o pueda ser pulverizada.

Yo creo en este modelo que se ha planteado en los últimos 4 años y medio, que muchos no apostaban demasiado por él, es más auguraban que realmente todo siempre iba a ser un veranito y que ese crecimiento del primer año no se iba a sostener en el segundo, el segundo no se iba a sostener en el tercero, el tercero no se iba a sostener en el cuarto y el cuarto no se iba a sostener en el quinto. Pero lo cierto es que ya, con el crecimiento de este año, es el momento económico de mayor crecimiento consecutivo de los últimos 100 años de la Argentina.

La Argentina crece por 5 años consecutivamente por primera vez en 100 años. Y si el año que viene volvemos a crecer la Argentina, por primera vez en sus casi 200 años de historia, estamos a escasos 3 años del Bicentenario, va a alcanzar por primera vez en nuestro historia como país, un crecimiento sostenido durante 6 años.

Si a esto le sumamos los números sociales, que hoy podemos mostrar, que son también económicos porque en definitiva cuando uno habla de la reducción de la pobreza, de la indigencia, lo puede hacer desde dos perspectivas: de la perspectiva que nos conmueve a nosotros los militantes políticos, donde concebimos a la política precisamente como el instrumento para mejorar la calidad de vida de la gente; pero también desde la perspectiva del empresario, que necesita usuarios y consumidores con poder adquisitivo para poder colocar sus productos.

Como ustedes verán la economía no es solamente una ciencia, que tenga que ver con la neta rentabilidad empresaria, sino va acompañada también de rentabilidad social. Y es precisamente, en estos 4 años y medio, cuando hemos planteado lo que nosotros denominamos como un modelo de acumulación con inclusión social. A diferencia de aquel otro modelo de la década anterior, de transferencia de ingresos de un sector al otro, pero no de generación de valor agregado y fundamentalmente de distribución del ingreso, que volviera a colocar a la Argentina en un lugar expectable social e institucionalmente.

 

En estos 4 años y medios, Argentina ha renegociado su deuda externa, una deuda externa que le significaba el 160 por ciento de su PBI. Hoy esta relación entre PBI y deuda está en el orden 60 por ciento aproximadamente.

Además hemos saldado, definitivamente, la deuda con el Fondo Monetario Internacional, deuda, o endeudamiento crónico, que traíamos desde nuestra incorporación al Tratado de Bretton Woods, allá por 1957. Y hemos iniciado un modelo, en materia de administración fiscal, que curiosamente, tal vez nunca hubiera sido esperado que fuera realizado por una fuerza política del cejo nuestro.

Me hace acordar esto a Bill Clinton. Aquí en Estados Unidos, los demócratas siempre han tenido fama de malos administradores, sin embargo Bill Clinton dejó su segunda presidencia con un excelente superávit, que luego una administración republicana –por favor no quiero con esto inmiscuirme en la política interna de los Estados Unidos, mi amigo Tom Shannon me está mirando medio torcido desde la mesa - pero simplemente para saber que los clichés en realidad de demócratas malos administradores y republicanos buenos administradores o progresistas en la Argentina malos administradores y economistas liberales buenos administradores, en realidad es eso: un cliché.

Porque precisamente los liberales, algunos de ellos dan clase en Harvard, fueron los que provocaron un endeudamiento crónico fatal en la República Argentina, y que administraron durante toda la gestión con déficit comercial y también fiscal primario, esta es la realidad.

Y este espacio político, que hoy me toca representar aquí ante ustedes, espero sea electo por el resto de los argentinos, el 28 de octubre de este año, precisamente vino a instalar en la solvencia fiscal, en la administración fiscal correcta de los recursos, en el desendeudamiento y en la acumulación de reservas, también otro récord por primera vez histórico en la República Argentina, en el orden de los 43.000 millones de dólares o un poco más. No solamente histórico por el monto en términos cuantitativos, sino también por la calidad de esos recursos que no están calzados no solamente con bonos, sino fundamentalmente con divisas puras.

Precisamente, lo que nos ha colocado a salvaguarda de estos últimos movimientos de capital a partir de las crisis de los fondos de inversión y de los bancos en materia de hipotecas, que por primera vez, al revés de lo que pasó con el Tequila, con la crisis de los Tigres Asiáticos, coloca a la Argentina, no digo en un espacio en el cual nada sucede y todo sea perfecto porque en el mundo absolutamente interdependiente y globalizado que hoy tenemos, ningún país puede exigir un grado de invulnerabilidad total.

Pero lo cierto es que este modo de administración, esta acumulación de reservas y también el modelo de acumulación de diversificación de matriz, sobre el cual voy a hablar ahora un poco más adelante, son los que nos han colocado con menor riesgo de vulnerabilidad ante las crisis externas, porque esto es una de las características también que había tenido la Argentina. La Argentina agro exportadora, que les decía al principio de mi charla, que había imaginado en la generación del ’80, el cambio del ciclo internacional en los años ’30 le produjo el crack, ¿por qué? Porque cuando uno tiene muy poca diversificación en materia de producción o de acumulación de recursos, cualquier cambio en los ciclos internacionales, cualquier crack internacional puede descolocar inmediatamente a un país.

Una de las claves de este modelo de acumulación es precisamente superar la antinomia sin sentido, si uno quiere calificarla de algún modo, que durante años vivió mi país entre producción del campo, producción industrial, o entre consumo interno y exportación. Era como que si nos dedicábamos a lo agrícola no podíamos ser industriales, y si éramos industriales no podíamos ser agrícolas, si nos dedicábamos al mercado interno o al consumo no podíamos exportar. Creo que esto 4 años y medio que han transcurrido han demostrado, que también eran clichés como decía anteriormente respecto de calidades de administración, según ideología.

Es simplemente que se aplica un principio casi clásico en todos los grandes inversores, en donde muchos deciden diversificar su matriz de inversión para poder quedar con menor riesgo ante cualquier crisis. Creo también, que el cambio de ciclo internacional, que ustedes saben hasta hace muy poco tiempo ser productor de materias primas nos condenaba a relaciones desfavorables casi genéticamente con las economías desarrolladas. Precisamente el cambio de ciclo internacional, la aparición de China y de India, no solamente como grandes demandantes de alimentos, sino esencialmente también como grandes colocadores de productos manufacturados, que pueden competir mucho más en términos de precios en el mercado internacional que los países denominados del denominado Primer Mundo, nos da también una segunda enseñanza: que nada es para siempre en el mundo y en la economía.

Lo que puede parecer que va a durar toda la vida y que va a ser el modo de acumulación puede modificarse porque el mundo es cambiante, porque las sociedades son cambiantes. Y creo que una de las principales virtudes que debemos tener quienes tenemos responsabilidades institucionales al frente de un país, de una provincia, de un municipio o de una Cámara, y quienes tienen la responsabilidad social como empresarios, como productores, de generar también puestos de trabajo y calidad de vida a la sociedad, tenemos que tomar esta enseñanza, esta experiencia que hemos vivido de cambios de ciclos internacionales, con esta visión de que nada es para siempre. Por lo tanto, es necesario tener la cabeza muy abierta y no comprarse recetas infalibles. Yo acá no les estoy dando una receta de cómo hacer las cosas, les estoy contando la experiencia argentina, que ha sido exitosa y que estoy absolutamente convencida lo va a ser aún más.

A los números que les hablaba en materia económica podemos hoy hablar en el últimos mes de junio hemos medido la desocupación en un 7,8, y para todo el trimestre anterior un 8,6, de aquel casi 21 por ciento de desocupación que teníamos en la República Argentina al 25 de mayo de 2003. La indigencia en el 8 por ciento y la pobreza en el 23 por ciento, de aquel 56 por ciento y casi 30 por ciento, tanto en materia de pobreza e indigencia, respectivamente, que teníamos en el 2003.

¿Podemos entonces decir que Argentina es un paraíso y que todo anda bien? No, porque en realidad no creo en los paraísos en la tierra. Creo que sí podemos exhibir una gestión que ha construido condiciones macro económicas en materia de gestión fiscal, que ha permitido articular en forma virtuosa el esfuerzo estatal y el privado, que en definitiva es articular las fuerzas de la sociedad.

Porque cuando uno desde una primera magistratura representa el conjunto de la sociedad y logra entre la construcción de condiciones macroeconómicas que sea un buen negocio invertir en la Argentina y que pueda serlo aún más está, en definitiva, articulando las fuerzas de la sociedad para poder generar una realidad que sea más virtuosa que las que nos toco vivir hasta ahora.

¿Y cómo sigue esto? Porque en realidad me parece que muchos de ustedes están aquí por eso, para saber cómo sigue esto. Y esto sigue, en materia de administración fiscal, de la misma manera, porque además no hay otra forma de administrar. Ahí podemos establecer una regla: nadie puede gastar más de lo que le entra y esto ya no viene ni de Harvard, ni de Yale ni de la UBA; es apenas simplemente de la economía casi familiar y si uno vive permanentemente endeudado, en algún momento, alguien no le va a dar más o le va a cobrar altísimas tasas de interés porque seguramente saben que no se las va a poder devolver.

Esto era lo que, por ejemplo, hacía el Estado compitiendo con la actividad privada, durante lo que algunos llamaron la “dorada y feliz década de los año 90”. Allí el Estado competía con el sector privado, por lo menos en la República Argentina, en la toma del crédito llevando crédito a tasas imposibles porque además ni siquiera los bancos hacían operación de créditos. ¿Qué riesgos era prestarle al Estado sabiendo que tenían prendados todas las garantías del Estado o a las provincias, donde todos los préstamos se devolvían con garantías de coparticipación? Eso, en términos financieros, no era una operación de riesgo, era simplemente un asiento contable y esperar que a fin de mes le descontaran de las planillas del Banco Central, cuando remiten coparticipación a las provincias, los fondos a la entidad bancaria.

¿Qué empresario, por más exitoso que sea podía competir con ese Estado? Ninguno, porque cualquier banquero sabía que era mucho más difícil y riesgoso cobrarle a ese empresario, si no le iba bien o no quería pagarle, o a ese Estado que estaba condenado a pagar, imposible. Bueno esto también ha cambiado, y precisamente ha sido durante estos últimos cuatro años y medio donde la política de desendeudamiento ha sido muy fuerte y obviamente acompañada por lo que va a seguir, que es superávit fiscal primario, superávit comercial y una política de reindustrialización, que hoy explica en un casi 30 por ciento y un poco más el crecimiento de las exportaciones de la Argentina.

Porque aquella Argentina que solamente exportaba comodities hoy estamos también en un surgimiento de los productos manufacturados muy importantes, que están explicando, les reitero, casi el 30 por ciento de la exportación en la República Argentina. Con una presencia, por ejemplo, de la industria automotriz y con fuertes inversiones que han sido enunciadas en estos días por importantísimas empresas americanas y europeas, donde estamos llegando - a partir de este mes, por ejemplo, en Mercedes Benz o de Peugeot, perdonen por mencionar a firmas de la Unión Europea - pero empiezan con su tercer turno a trabajar a turno completo en la República Argentina no solamente para un mercado interno que ha visto implosionar su sistema automotriz. De las 90 mil unidades que se vendían, aproximadamente, en el año 2002, este año se va a llegar a las 600 mil unidades aproximadamente en venta automotriz; muchas de ellas para la exportación y otras para consumo interno.

La industria informática, ejemplo que pongo muy recurrentemente, porque muestra la calidad de la evolución económica, fue la empresa la de software informática la de mayor natalidad empresaria, durante los cuatro años y medio, con un crecimiento exponencial de sus exportaciones, con una venta de computadoras que pasaron de las 100 mil computadoras, del año 2002, al millón 600 mil, en este último año. Una industria en la que tenemos muchas esperanzas y vamos a seguir apostando fuertemente porque la Argentina, por lo que yo le señalaba al principio de la charla: las características de su composición social, amplios segmentos de clase media, la altísima capacitación de su capital humano, basada fundamentalmente en la institución de la educación pública y gratuita, que ha sido desde fines del siglo XIX una característica, que junto a la inmigración europea, conformó un capital humano francamente distintivo de otros países de la región y que nos coloca en una pole position para todo lo que sea materia de investigación y de tecnología y de valor agregado, que allí está también el otro gran desafío de la etapa que viene, que no solamente la solvencia fiscal, que no solamente un tipo de cambio competitivo sean los motivos del crecimiento, sino que además a ese crecimiento le agreguemos valor e investigación tecnológica.

Para esto el Estado ha comenzado a reformular, durante estos últimos cuatro años y medio, una política en materia de tecnología, de investigación y de innovación. En principio, les comento algo, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), que es el centro de investigadores en la Argentina más importante, junto al INTA, en materia agropecuaria, INTI, en materia industrial, pero el CONICET, donde se forman, el promedio de edad de sus miembros era 52, 53 años, cuando llegamos al Gobierno, no había ingresado más nadie, es más durante la década de los 90’ “dorada y maravillosa” los habían mandado a lavar los platos a los investigadores en la República Argentina. Esto había sucedido.

Nosotros tenemos una política sustancialmente diferente porque se nos habían planteado inclusive ya, cuellos de botellas en determinadas actividades como para proveer recursos humanos altamente calificados que dieran respuesta al nivel de inversión y de crecimiento del sector. Por eso, llevamos de mil y pico de becas a diez mil becas, pero fundamentalmente orientar todo el esfuerzo del Estado hacia aquellas disciplinas que hoy nos están siendo críticas en relación con el proceso económico y productivo que se está desarrollando en la Argentina. Porque aquí está, además, otra de las claves de la etapa que viene. En la Argentina siempre el conocimiento, investigación, ciencia, en definitiva, era casi a nivel de descubrimiento o de extrañeza pero nunca se visualizó a nuestra inteligencia, a nuestros investigadores, a nuestra ciencia con una fuerte vinculación con el proceso económico y productivo.

Nuestras universidades por allí no visualizaron el tema, no es una cuestión que haya sucedido en los últimos 20 años, bien históricamente se hacia un nivel universitario extraordinario, distintivo en toda la América latina, pero por allí disociado del proceso económico y productivo. Somos el único país en toda Latinoamérica que tiene tres Premios Nobeles Científicos. Ustedes miren, si uno observa Latinoamérica encuentra Premios Nobeles en materia literaria, en materia de paz, pero en materia científica el único país que posee Premios Nobeles en materia de Ciencias Médicas es la República Argentina.

No es casualidad, es la impronta que tuvo la investigación en la Argentina, la ciencia, pero que nunca utilizamos ese gran potencial que tenemos para vincularlo fuertemente al proceso económico y productivo. Y esta es la clave también de la etapa que viene profundizando muy fuertemente esta necesidad de incorporarle valor y tecnología que el valor agregado porque esto, además, es la llave a los países desarrollados.

Cuando uno conoce a los Estados Unidos, Francia, Alemania, Israel, cuando visita sus universidades los hombres y mujeres de esas instituciones están muy fuertemente vinculadas, científicamente y con ciencia aplicada al sector económico y productivo. Este es un plus característico de las sociedades desarrolladas que les ha permitido un manejo del conocimiento, de la ciencia y de la investigación que precisamente es lo que permite que hoy tengan las posiciones que tienen en el mundo contemporáneo.

Creo, entonces, que esta etapa que viene es una etapa donde estas líneas se van a seguir profundizando fuertemente. Hemos tenido problemas, no quiero tampoco contarles un mundo de rosas, hemos tenido problemas en materia energética, todos ustedes lo saben, pero no fue a diferencia de lo que pasó en otras etapas, en los años 80 donde el país con tasa de crecimiento negativo tenía cortes energéticos de 5 ó 6 horas por días.

Los problemas que hemos tenido este último invierno han sido no solamente también por este crecimiento sostenido, en el que muchos no creían y por lo tanto, muchos tampoco invirtieron porque pensaban, tal vez, que esto iba a durar poco, y por supuesto como piensan muchas empresas energéticas, nadie invierte para tener energía en back up, es muy costoso.

 

Pero lo cierto es que, en este invierno, en el cual se sumó además de la seca en las principales hidroeléctricas del Comahue, al invierno más terrible de los últimos 50 años; nevó en Buenos Aires, creo que mucho de ustedes lo deben haber visto por televisión. No nevaba en Buenos Aires desde 1918, bueno, tuvimos una nevada que cubrió todo Buenos Aires y que marcó, en cierta manera, que aquello que decíamos que era un invierno crudo, no era un ejercicio de justificación, sino simplemente un dato empírico, un dato de la realidad que debía ser verificado y conjugado con las otras variables de la economía para saber exactamente dónde estábamos parado frente al problema.

En el año 2004, cuando el Gobierno presenta su Plan Federal de Energía, que estamos llevando a cabo y que también tiene que ver con la diversificación de la matriz energética. Ustedes saben Argentina es un país, yo digo gasodependiente, muy fuerte y es necesario diversificar esa matriz energética, de manera tal que los precios de los distintos comodities sobre las distintas energía, cuando oscila como ha oscilado en el mercado internacional el petróleo, no impacte negativamente en la economía.

Yo recuerdo un barril de 8 dólares, esto no fue hace 80 años. Kirchner era Gobernador de la provincia de Santa Cruz, lo recuerdo como si fuera hoy, 8 dólares estuvo el barril; la provincia como está entre las principales 10 productoras hidrocarburíferas en la República Argentina, tiene en sus principales ingresos, obviamente, las regalías que recibe de materia petrolera. En aquel momento, dada la caída fenomenal del crudo, el Gobernador, me acuerdo, que tuvo que traer fondos que había colocado en el exterior, producto de esas mismas regalías hidrocarburíferas, para poder abonar los sueldos. Miren ustedes el impacto que había producido la caída del precio del crudo, precisamente, en este caso, en una economía de carácter regional.

Y en ese momento, recuerdo muy bien que también se quiso desde el Gobierno nacional cerrar las minas de carbón, en Santa Cruz hay un yacimiento carbonífero muy importante, con reservas para aproximadamente para 150 ó 200 años, colocado en el límite con la hermana República de Chile, allí casi en la punta del continente, donde trabajan muchísimos chilenos, inclusive, en la propia mina. Y me acuerdo que en aquel momento, la autoridad económica, en el año 92, 93, había querido cerrar la mina porque claro, comparado con el valor del crudo, a esos precios y el valor de la extracción de carbón era imposible, no había rentabilidad que aguantara y entonces había que irse al petróleo.

Me acuerdo que, inclusive, se llegó a proponer que los trabajadores, por ejemplo, cobrarán el sueldo y no fueran a trabajar, cosa que por supuesto el Gobierno provincial se negó, la mina siguió abierta y hoy es la base para un proyecto de energía termoeléctrica en base a carbón, de 292 megas, que ya está en proyecto licitatorio. ¿Qué significa esto? Lo que venía diciendo ya al principio, nada es para siempre. Y por lo tanto, no solamente es correcta la diversificación, en cuanto a la matriz productiva de un país, sino obviamente a la matriz energética, donde también estamos incorporando, luego de haber sido clausurada prácticamente en nuestro país, nada más y nada menos, la generación con energía nuclear en el año 2010, en octubre vamos a inaugurar Atucha II, que va a incorporar también al sistema, aproximadamente, unos 692 MB.

Quiero contarles que esta Central nuclear, en la cual ya los argentinos, el Estado argentino, había invertido 1.800 millones de dólares, estaba paralizada desde 1994, esos 1.800 millones de dólares allí clavados, inclusive en uno de los patios habían muchos materiales guardados, porque no habían podido ser usados y reiniciamos esta obra que ya entró en su segunda fase. Hemos recuperado la energía nuclear también como un elemento muy importante con la apertura, también, de minas de uranio, porque al clausurar la actividad se cerraron las minas de uranio y todo el uranio que estamos utilizando lo tenemos que importar.

Con la apertura de esta mina en Salta vamos a incorporar, por lo menos, el 25 por ciento del uranio que necesitamos para la generación por energía nuclear, más las obras en materia hidroeléctrica, acá creo que debe haber ejecutivo de AES CORPORATION, que también se asociaron al Estado, ahora, en los ciclos combinados, en San Martín y en Belgrano, para fortalecer la oferta energética, que cuando terminen el ciclo combinado, el año que viene, vamos a incorporar casi un 10 por ciento más, 1.600 megas aproximadamente de energía, con lo cual la energía que es un problema mundial, que también está en la Argentina y del cual vamos a seguir ocupándonos permanentemente.

Hace poco tiempo, dos semanas antes de venir aquí, acompañaba al Presidente de la República, había venido el CEO de Mercedes Benz, y venía a anunciarnos una inversión muy importante, yo les comentaba recién, la incorporación del tercer turno, ellos prácticamente exportan el 90 por ciento de lo que producen en la Argentina y yo cuando empecé a hacer la explicación de energía, me dijo: “no se haga ningún problema, tenemos plena confianza en que no va a haber problemas de energía para producir en la Argentina”.

De hecho ninguna de las automotrices - me lo comentaba también la gente de Volkswagen, la propia gente de Mercedes Benz - había tenido problemas en la producción, en materia energética, con lo cual la idea fundamental que tenemos que tener siempre quienes tenemos responsabilidades institucionales es de no solamente en preocuparnos, sino fundamentalmente ocuparnos de los problemas y dar una respuesta adecuada a los mismos.

Creo, además, que en estos momentos, en los cuales la Argentina ofrece ventajas muy importantes para todos aquellos que invierten, invirtieron y estoy absolutamente convencida, por muchas charlas informales que he tenido con ustedes, antes de ingresar a este salón, que lo van a seguir haciendo en la República Argentina con ampliación de planes de inversión. Porque Argentina está en una región compleja, pero hoy no hay ningún lugar del mundo que no sea complejo, pero convengamos que la República Argentina, una país en el cual su composición social le da un recurso social le da un recurso humano altamente calificado, en donde además tenemos, también, afortunadamente, un pueblo sin problemas de carácter étnico, no hay conflictividades étnicas, religiosas, ni migratorias en la República Argentina, lo que les decía al principio y una diversidad climática, que ha convertido, además, a la Argentina, después del tipo de cambio competitivo, en un lugar de turismo, donde hemos crecido exponencialmente en materia de ingreso turístico e inversión hotelera, un país con ventajas más que competitivas, en materia de agroindustria, en materia metalmecánica.

Hoy el campo argentino puede exhibir un grado de competitividad en materia de producción, de colocación en el mercado internacional sin precedente en toda su historia. Esta permanencia del ciclo internacional, que también viene para quedarse por bastante tiempo, creo que convierten a la Argentina en un lugar para invertir.

De hecho, las tasas de crecimiento, de hecho el consumo que hoy uno puede advertir en la República Argentina habla de una sociedad, y cuando hablo de sociedad no hablo solamente de los hombres y mujeres que son usuarios y consumidores, hablo de todos aquellos que intervienen en el círculo virtuoso de la economía: los usuarios, los consumidores, los trabajadores, los inversores, los productores. Una economía y un país, en el cual están dadas todas las posibilidades para seguir creciendo y lo vamos a seguir haciendo, porque cada uno de los logros, que estos cuatro años y medio de gestión del Presidente Kirchner ha obtenido, los vamos a profundizar.

Todos ustedes, o muchos de ustedes, no todos, no puedo ser tan orgullosa ni tan vanidosa, pero muchos de ustedes me conocen, como dice Bill Rodes, como decía Susan, no es la primera vez que estoy aquí, tengo actuación pública desde hace mucho tiempo, formo parte de este espacio político, que ha podido construir, junto al resto de los argentinos, este país que hoy ofrecemos gustosos a todos los que vengan a invertir, con la concepción y la comprensión, por parte de quienes estamos allá que la rentabilidad no es un pecado, que ganar dinero no es pecaminoso, que es bueno pero también con la comprensión de los que invierten y de los que ganan que es necesario que, además, ese crecimiento y esa rentabilidad también llegue al conjunto de la sociedad.

Porque hemos tenido una experiencia y una comprobación empírica en nuestro país y en nuestra región, en general, que los procesos económicos en los cuales el conjunto de la sociedad no participa en sus logros, finalmente, implosiona y afecta al sistema institucional.

La Argentina de 2001, otros países hermanos como Bolivia, como Ecuador, como Perú, en la región, demuestran la necesidad de articular esfuerzo público y privado, articular esfuerzo entre el sector de la producción y del trabajo, articular esfuerzo entre las organizaciones no gubernamentales y usuarios y consumidores para construir un espacio diferente. Y precisamente en esta etapa que viene, esto que yo denomino una política de acuerdos, en los cuales podamos cristalizar, si se me permite el término, estas condiciones macroeconómicas de modo tal de administrar sin déficit, de modo tal de no practicar una política de endeudamiento, de modo tal que podamos impulsar la inversión, el conocimiento y la investigación no solamente sean la política de este espacio político o de un partido político, si no que sea la política de los argentinos, volver a convertir este modelo, en definitiva, en una política de Estado como, por ejemplo, se ha hecho en con el MERCOSUR.

Me parece que este es el desafío y la clave, acuerdo que no puede ser únicamente de precios y salarios, acuerdo que tiene que ser de metas macroeconómicas cuantificables y verificables, de modo que tal que podamos construir con el esfuerzo de todos, con el esfuerzo compartido, una certeza y una previsibilidad que necesitan todos.

Porque normalmente, la certeza y la previsibilidad se da para el sector económico que siempre quiere certezas, pero todos tenemos que tener certezas: los que invierten, el que tiene un trabajo y tiene que cobrar el salario a fin de mes y de eso depende la alimentación de sus hijos, porque el ser humano necesita certezas y previsiones; saber que es lo que va a pasar de aquí a dos o tres años, para planificar – si es empresario- su empresa, si es un hombre común y de a pie, su vida, nada más y nada menos.

Con lo cual certeza, previsión y estabilidad no son únicamente valores que sean necesarios para los empresarios, son necesarios para toda la sociedad. Esto es, en definitiva, lo que nosotros pensamos, creemos y estamos seguros que vamos a construir porque ya hemos hecho la parte más difícil, que era la otra, la que nadie creía. Aquí es más difícil porque podemos tener créditos para mostrar logros que ofrecer y entonces si poder construir, entre todos, ese país diferente que todos alguna vez soñamos.

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