El impacto de la pandemia en las mujeres en Latinoamérica

Una mujer en Cali, Colombia. (AP)

Retrocesos y avances: El impacto de la pandemia en las mujeres en Latinoamérica

By Chase Harrison and Carin Zissis

La Red Hemisférica de Mujeres de AS/COA cumple 10 años, por lo que miramos el efecto económico de la pandemia en las mujeres y por qué puede que América Latina esté lista para más progreso. 

La traducción al español fue realizada por Pia Fuentealba.

Lo hemos escuchado antes: la pandemia ha tenido un alto costo para las mujeres, dando luz al concepto “shecession” dado que cerca de 54 millones de mujeres alrededor del mundo perdieron sus trabajos el año pasado. Y el camino a la recuperación también está siendo desigual. Mientras que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) proyecta que los niveles de desempleo masculino van a alcanzar niveles pre-pandémicos a finales de 2021, 13 millones menos de mujeres van a estar empleadas en comparación con 2019. En general, las mujeres van a  tener un 25 por ciento menos de posibilidades de tener un trabajo que los hombres. 

Las mujeres también enfrentan brechas en la calidad de los empleos, según la OIT. Están más propensas a tener empleos del área de la salud y de trabajo social, roles donde frecuentemente tienen que arriesgar sus vidas en medio de la crisis del coronavirus. La pandemia también significó más demanda por el cuidado en los hogares, donde las mujeres tienen una carga superior de trabajo que las puede forzar a cortar o renunciar a sus empleos pagados por tener que hacerse cargo del trabajo no pagado en el hogar. Tienen más posibilidades de tener un trabajo informal, y menos posibilidades de tener acceso a un trabajo remoto, y—dados todos los desafíos mencionados—enfrentan niveles más altos de agotamiento y estrés. Encima de eso, las mujeres tienen menos posibilidades de tener una voz en poder encontrar soluciones: a nivel global, forman menos de una cuarta parte de los grupos de trabajo de COVID-19.  

Si el panorama global se ve oscuro, el de América Latina es más terrible aún, donde en 2020 el empleo cayó en un 9.4 por ciento, mucho más que el 4.2 por ciento promedio a nivel global y haciendo a la región el lugar donde la participación laboral femenino fue más afectada. 

Pero todas estas malas noticias no significan que no existan caminos hacia adelante. Con el décimo aniversario de la Red Hemisférica de Mujeres de AS/COA y su conferencia el 21 de octubre, exploramos el impacto de la pandemia en la participación laboral femenina en América Latina, así como qué pasos se pueden tomar para retomar terreno y avanzar en el progreso de las mujeres y la sociedad.

Un paso atrás para América Latina

Las mujeres latinoamericanas y caribeña han enfrentado por mucho tiempo obstáculos para entrar y avanzar en el mercado laboral de la región. Aún así, ha habido progreso. La participación laboral aumentó de un 36 por ciento en 1988 a un 52 por ciento tres décadas más tarde, estimulando la igualdad de género y aliviando la pobreza.

Luego vino el Covid. Una encuesta del Banco Mundial de 13 países latinoamericanos y caribeños encontró que las mujeres tenían un 44 por ciento más de posibilidades de perfer sus empleos cuando llegó la pandemia, dado que ellas trabajan desproporcionalmente en rubros que fueron más afectados por la pandemia, tales como retail, turismo y educación. 

Es más, la pérdida de empleos fue más severa en el sector informal, donde es más probable que las mujeres en la región trabajen. En general, 126 millones de mujeres en América Latina tienen empleos informales y, en países como Bolivia, Guatemala, y Perú, 8 de cada 10 mujeres trabajan en estos empleos. De los 24 millones de empleos perdidos entre febrero y septiembre del 2020 en la región, solo 3 millones fueron empleos formales. 

Todo esto es un riesgo de retroceder en más de una docena de años, advierte la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe. Incluso cuando las mujeres recuperen sus trabajos, se espera que cierren en el año con niveles de participación laboral similares a los de 2008

Incorporando políticas públicas con una perspectiva de género

Aunque los números son difíciles de asimilar, la necesidad de intentar contener el sufrimiento económico para las mujeres no pasó desapercibida para líderes regionales, quienes implementaron un rango de políticas públicas en un intento por contrarrestar los efectos de los confinamientos. En cada país latinoamericano, ellos incluyeron medidas que adoptaron una mirada de género, y trabajaron para remediar el impacto desproporcional de la pandemia en las mujeres y niñas. De las 475 medidas de ayuda latinoamericanas registradas por Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo  hasta marzo, 268—cerca de un 56 percent—fueron categorizadas como sensibles al género.

La mayoría de estas políticas estaban dirigidas a la violencia de género, la cual se exacerbó por la pandemia ya que las mujeres se encontraron más tiempo atrapadas en sus casas en medio de los confinamientos. Menos políticas, sin embargo, se enfocaron en el bienestar económico de las mujeres. Aquellas que lo hicieron tendieron a expandir o a crear programas de transferencia de ingresos que priorizaran a las mujeres. 

Medidas de protección social menos comunes lidiaron con preocupaciones del mercado laboral. Las más comunes subsidiaron los salarios y entregaron apoyo a emprendedores y a independientes, dando prioridad a las mujeres. Dos países, Chile y Colombia, tenían políticas que ayudan a facilitar que las mujeres vuelvan al trabajo. Solo cinco países implementaron políticas enfocadas en trabajadoras domésticas, un sector particularmente vulnerable en el cual más de tres cuartos de las personas están empleadas informalmente y un 93 por ciento son mujeres. Las políticas para las trabajadoras domésticas incluyeron a México entregando apoyo financiero, a Argentina ofreciendo vacaciones pagadas, y a Perú promoviendo derechos laborales. 

Varios países se enfocaron en apoyar a sectores con una alta participación de las mujeres, como educación, servicios sociales, retail y turismo. Medidas en esta área incluyeron fondos especiales para financiar turismo en Colombia y la República Dominicana, asistencia financiera para instituciones educacionales en Uruguay, y ayuda a negocios familiares en México. 

Una oportunidad para avanzar

¿Qué hizo la diferencia en la capacidad de reaccionar de los países en materia de políticas públicas con una mirada de género? Podría llegar a ser el tener a más mujeres en la oficina, dado que tener más igualdad de representación de género está asociado a un cambio en la legislación discriminatoria y a inversión en el tipo de servicios sociales que pueden habilitar que las mujeres se unan o permanezcan en la fuerza laboral. 

En ese caso, América Latina y el Caribe tiene una ventaja en comparación a otras regiones: en un 32.4 por ciento, las Américas es la región que lidera en el mundo cuando se trata de la representación de las mujeres en las legislaturas, según la Unión Interparlamentaria. Mientras que esa cifra incluye a Estados Unidos, el cual vio un número récord de mujeres convertirse en legisladoras en las elecciones del 2020, su tasa de un 27 por ciento de presentación se queda atrás en comparación con el resto del hemisferio. Aún así, la paridad de género varía a lo largo de la región, con mujeres ocupando la mitad de los asientos de la cámara baja en México, mientras que Brasil se queda atrás con un 15 por ciento. 

A nivel global, las líderes mujeres en los principales cargos fueron aplaudidas por su respuesta a la pandemia.  A nivel local, un estudio brasilero reciente encontró que las municipalidades con alcaldesas tuvieron una respuesta más robusta a la pandemia y menos muertes. Los gobiernos con ministerios e instituciones dedicadas a la mujer y niños tendieron a tener medidas de género más fuertes. 

En el frente de la pandemia, para ver resultados de las mujeres en liderazgo, se puede mirar hacia Argentina, un país donde un número de mujeres ocupan altos roles en el gobierno con un foco específico en avanzar los derechos de la mujer. El país implementó más políticas con mirada de género para el Covid que cualquier otro país en América Latina. Las 26 medidas incluyeron políticas que entregaron transferencias de dinero a hogares de menores ingresos, incentivaron la contratación de mujeres e involucraron pagos de emergencia a trabajadoras domésticas. 

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