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Brian Winter en La Nación sobre la reciente asistencia financiera de EE.UU. a Argentina

By Jorge Liotti

"Es crucial para el programa de seguridad [de la Casa Blanca] y su estrategia global tener aliados que piensen parecido", dice el vicepresidente de AS/COA.

La semana había terminado del peor modo y el escenario de reapertura de los mercados el lunes era una invitación a lo desconocido. El jueves se habían encendido todas las alarmas cuando el Banco Central debió vender US$379 millones para defender el techo de la banda cambiaria. El día siguiente sería peor: US$678 millones.

Fue entonces cuando Luis Caputo decidió llamar en forma directa a la Secretaría del Tesoro de Estados Unidos, para reflotar la promesa que había hecho Scott Bessent en abril pasado, cuando sugirió que en un caso extremo podría haber una ayuda directa. Jueves y viernes fueron dos días de gestiones intensas, pero poco productivas. El mensaje de emergencia que transmitía el ministro no generaba compasión. Del otro lado quien atendía el teléfono era Michael Kaplan, el secretario adjunto del Tesoro, quien no le tiene mucha simpatía al jefe de Economía desde su experiencia anterior en la gestión de Mauricio Macri. [...]

Desde el fin de la guerra fría, EE.UU. nunca articuló una política consistente para su “patio trasero”. El último que lo intentó fue George W. Bush con su idea del ALCA, que fracasó. Ahora recuperó algún estímulo por razones de seguridad (migración, narcotráfico), pero sobre todo por comprender tardíamente que el vacío que dejó lo llenó China con sus inversiones. Más allá de su retórica, Estados Unidos jamás articuló incentivos para inclinar la balanza a su favor. Algunos recuerdan un evento de hace dos años en Amcham, donde el exembajador Jorge Argüello le planteó a su par de entonces, Marc Stanley: “Cuando manifiestan preocupación por el avance de China yo les digo que necesitamos iniciativas concretas del gobierno de Estados Unidos”.

Trump acaba de dar ese paso por primera vez, involucrando a su propio gobierno, ya no sólo al FMI, en una ayuda concreta. Esa es la magnitud de la importancia que le asigna a la amenaza china y a la necesidad de contar con aliados regionales. “Esta es la Casa Blanca más enfocada en América latina en treinta años. Es crucial para su programa de seguridad y su estrategia global tener aliados que piensen parecido, con una visión polarizada entre amigos y enemigos, que también refleja el clima que se vive en Estados Unidos, mucho más tras el asesinato de Charlie Kirk”, explica Brian Winter, editor de Americas Quarterly.

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