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América Latina ante ómicron: así están protegidos los países de la región

By Jorge Galindo

"34 millones [de dosis] ya habían llegado a América Latina justo antes del surgimiento de ómicron", escribe El País citando el artículo de donaciones de vacunos de AS/COA Online. 

Durante las últimas dos semanas, el mundo ha salido de su penúltimo ensueño respecto al fin de la pandemia. Le sacaron los científicos sudafricanos que descubrieron ómicron, la nueva variante que podría superar a todas las anteriores y convertirse en la dominante. De hecho, su presencia ya se ha confirmado en al menos 20 países. En muchos de ellos, aunque la confirmación fue posterior al anuncio sudafricano, se trata de muestras tomadas antes de esas fechas: cuando se cerraron las fronteras, ómicron ya estaba aquí.

Hasta ahora por la epidemia con más de un millón y medio de muertes confirmadas: casi un 29% del total mundial, frente al 8% que representa sobre la población total. Brasil confirmaba el pasado jueves el positivo de dos personas que llegaban de Sudáfrica un día antes del anuncio de sus autoridades sanitarias. Un tercer positivo en São Paulo lo dio un joven que llegaba de Etiopía: un país al que Brasil no prohibía entrada, a diferencia de Sudáfrica, Botswana y sus vecinos en el cono sur del continente…

Quizá conscientes del riesgo incrementado de surgimiento de variantes como ómicron cuando al virus se le dejan amplios espacios en los que contagiarse y mutar, en los últimos tiempos la administración de Joe Biden ha aumentado considerablemente sus promesas de donaciones a terceros países hasta mil millones. De ellas, 34 millones ya habían llegado a América Latina justo antes del surgimiento de ómicron, según las cuentas del Consejo de las Américas. En la distribución, eso sí, se adivinan criterios geoestratégicos, no solo epidemiológicos. También de ingresos, especialmente las que llegan vía el mecanismo multilateral COVAX, gracias al cual países como Honduras han podido cubrir una gran parte de sus procesos de inmunización…

Estas consideraciones muestran en cualquier caso que la lucha contra la pandemia se va convirtiendo en algo más complejo a medida que ésta avanza: “quédate en casa” o “vacunémonos” dejan de funcionar por sí mismos tras dos años y se vuelven mensajes inevitablemente más complejos: quién se puede quedar en casa y quién no, quién tiene acceso a qué pautas de vacunación o no, y ahora también a qué tipo de mutaciones nos vamos a enfrentar con todo ello. Ómicron es la siguiente, pero parece improbable que sea la última.

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