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Trading Votes

By Susan Segal and By Susan Segal

Para hacer que este gobierno dividido funcione los próximos dos años se requerirá de un bipartidismo. Un área en donde será crítico que los partidos políticos realicen un trabajo en conjunto es en los asuntos exteriores y en las relaciones económicas, y en particular el comercio.

Proa a Latinoamérica Apenas se está asentando el polvo dejado por las elecciones del 7 de noviembre, pero ya hay una cosa en claro: para hacer que este gobierno dividido funcione los próximos dos años se requerirá de un bipartidismo. Un área en donde será crítico que los partidos políticos realicen un trabajo en conjunto es en los asuntos exteriores y en las relaciones económicas, y en particular el comercio.

En los últimos años, el fomento por parte de Estados Unidos de mercados abiertos, comenzando con la administración de Bill Clinton, ha sido un gran esfuerzo bipartidista, especialmente en las Américas. Hoy republicanos y demócratas otra vez tienen la oportunidad sin precedentes de hacerle frente y realizar una diferencia positiva en América Latina.

O bien, podemos darle la espalda a nuestros vecinos y preguntar por qué otros países y líderes se ganan el corazón y el pensamiento de su gente.

En un momento en que los demócratas condenan lo que ellos consideran es un declive en el prestigio de Estados Unidos en el exterior, seguir adelante con nuestros compromisos, independientemente de las diferencias de partido, es el camino más seguro para mostrarnos como un socio confiable y contrarrestar el creciente resentimiento contra Estados Unidos en la región.

En el próximo año, dos tratados de libre comercio --Perú y Colombia-- estarán en la Agenda del Congreso. Después de haber sido firmados en el 2006, ambos han sido pasados a la agenda del Congreso que entrará en sesión en enero del 2007. Esta demora hace que su aprobación sea aún más importante.

El acuerdo propuesto con Perú tiene implicaciones que van más allá del comercio. Debe ser visto como parte de una relación estratégica a largo plazo con una nación que ha tomado buenas decisiones y que quiere ser parte de la economía global, y además busca ser una aliada de Estados Unidos. Aun así, los argumentos económicos para Estados Unidos son convincentes, ya que igualan una relación comercial que hasta este momento había estado parcializada a favor de Perú.

A pesar de que la mayoría de los productos peruanos actualmente entran a Estados Unidos libres de impuestos bajo convenios de comercio preferenciales, un tratado de libre comercio proporcionará un nuevo e importante mercado para los productos estadounidenses en Perú. Inmediatamente, el 80 por ciento de todos los productos industriales y de consumo de Estados Unidos entrarán en Perú libres de impuestos así como también más de dos tercios de todos los productos agrícolas. Actualmente, las exportaciones anuales de Estados Unidos a Perú suman más de $2,000 millones, con la posibilidad de incrementos significativos después de que el acuerdo sea aprobado.

De igual interés es que el acuerdo establece protecciones sólidas para los inversores estadounidenses incluyendo un marco legal seguro y previsible para las compañías que operan en Perú. El acuerdo mismo también contiene precauciones para la protección de los derechos de los trabajadores. Pero en general, los estándares y las protecciones laborales son prácticamente insignificantes para alguien sin trabajo o que lucha para llegar al final del mes en una economía informal donde dichos estándares no se aplican. Ayudar a crear trabajos adicionales en el sector formal y mejores estándares laborales será algo que resonará por toda la economía peruana. De hecho, desde prácticamente cualquier perspectiva --la protección laboral o del medio ambiente y los derechos de propiedad intelectual, por nombrar algunos-- el acuerdo mejorará nuestra relación con Perú y a la vez incrementará las posibilidades para el desarrollo económico, consolidará la política económica y apoyará a Perú a enfrentar la economía global.

Todavía más convincentes son los méritos estratégicos de la ratificación. El recién electo presidente Alan García, al igual que su predecesor Alejandro Toledo, ha demostrado ser un líder que ha aprendido la lección de la globalización, quien quiere hacer valer su reputación política de desarrollar un Perú para los peruanos, no sólo para la elite tradicional, con una visión hacia fuera, no hacia adentro.

No llegar a un acuerdo con Perú menguará severamente a un líder que, con algún coste político, ha buscado alinear su nación con la nuestra. Sería una ratificación para aquellas personas en el hemisferio que continúan insistiendo que Estados Unidos es un socio inconstante sin el compromiso ni la atención extendida en la región que requiere una sociedad verdadera. Además, la agenda de negociación más amplia, como el acuerdo pendiente con Colombia, sufriría potencialmente un golpe mortal, y la cooperación con Perú a todo nivel, particularmente en lo que tiene que ver con la lucha contra el narcotráfico, se vería afectada de igual forma.

Estos son asuntos importantes que van más allá de un acuerdo comercial pues afectarían la diplomacia, la confiabilidad, el liderazgo y la democracia.

Si le damos la espalda a todo esto, perderemos una oportunidad histórica de promover el desarrollo democrático y la inclusión social en el hemisferio. Les daremos más razones a los líderes regionales para que se lo piensen dos veces antes de formar una alianza estrecha con Estados Unidos. Y le estaríamos dando innecesariamente un fuerte golpe a nuestra propia estrategia de intereses en el hemisferio.

Presidenta y CEO de La Sociedad de las Américas/Consejo de las Américas.