(Image: Roey Yohai)

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Spanish Prime Minister Mariano Rajoy Addresses AS/COA

The Spanish leader discussed the strong economic partnership between the Americas and Spain. Access the video and transcript.

Public Presentation: Mariano Rajoy, Prime Minister of Spain
Location: New York City, New York

Date: September 26, 2012

Señora presidental, señores socios, señoras y señores,

Me siento muy honrado de tener la oportunidad de dirigirme a una representación tan relevante y escogida de la sociedad norteamericana y de su comunidad hispana. Agradezco la invitación de estas prestigiosas instituciones en cuya tribuna de oradores me han precedido distinguidas personalidades y amigos.

Quiero destacar la labor de la “Sociedad de las Américas” como foro dedicado a la educación, el debate y el diálogo en el continente americano, y reconocer los trabajos del “Consejo de las Américas”, con cuyos miembros compartimos el compromiso con el desarrollo económico y social, la libertad de los mercados, el Estado de Derecho y la democracia en todo el hemisferio occidental. Ambas instituciones hacen de la relación interamericana, entre América Latina, el Caribe y América del Norte, el objetivo de sus esfuerzos.

Deseo subrayar la importancia del vínculo transatlántico entre España, Europa y Estados Unidos. Mi Gobierno está firmemente convencido de la importancia de esta relación. América Latina es también una parte de este pilar fundamental de Occidente, porque participa de los mismos valores democráticos y de libertad que son la esencia de toda prosperidad.

Este vínculo está llamado a seguir siendo clave en las relaciones internacionales en el siglo XXI. Si hasta ahora se veía limitado al Atlántico, en el siglo XXI debe ser un eje reforzado cada vez más abierto al Pacífico. Esto es algo que está inserto desde el origen de nuestra relación. No olvidemos que este continente fue un afortunado encuentro inesperado en una aventura hacia el Extremo Oriente.

La globalización ha hecho, por tanto, que América Latina se convierta más que nunca en un nexo de unión entre dos océanos, nuevos mercados y millones de personas. En el siglo XXI es un puente hacia un Oriente en expansión y ofrece una eficaz triangulación entre Europa y Asia como plataforma cada vez más estable para alcanzar nuevos mercados.

Señoras y señores,

Más que nunca en estos momentos es necesario marcar metas y fijar objetivos. Las reformas que estamos impulsando en España y en Europa son un medio para afianzar el proyecto europeo, especialmente su moneda única, dar confianza a los mercados y hacer de Europa una región con una economía competitiva, productiva y avanzada. De ahí, la determinación y empeño de mi Gobierno por equilibrar las cuentas públicas y flexibilizar la economía, lo que, sin duda, impulsará el crecimiento y el empleo.

Las actuales circunstancias, difíciles, no nos distraen de nuestras responsabilidades ni de nuestros objetivos. Superaremos esta crisis, como hemos superado otras en el pasado. Entre las cosas que hemos sabido hacer muy bien los europeos es transformar siempre las crisis en oportunidades.

Las raíces de la integración europea son profundas y nuestro proyecto común es irreversible. Los avances son, en ocasiones, lentos; pero no hay que olvidar que las instituciones están funcionando, el mercado único es un gran logro que genera muchos beneficios y tenemos mucho capital humano y un potencial innovador mayor del que creemos.

Es mucho el camino que los europeos hemos recorrido desde que en 1957, hace ya 55 años, se creó la Comunidad Económica Europea. Podemos estar orgullosos de que hemos logrado la mayor etapa de paz, prosperidad y unión de nuestra historia. Para juzgar los logros alcanzados en estos últimos 55 años en Europa basta comparar esos años de historia en común con los 55 años precedentes de la historia de Europa.

Por tanto, no duden ustedes de que Europa saldrá adelante reforzada y lo hará aún más abierta al mundo, a Estados Unidos y a América Latina.

El Consejo Europeo del pasado mes de junio fue un Consejo Europeo muy importante. Allí se manifestó una voluntad nítida por parte de todos de seguir avanzando en el proceso de integración europea. Allí acordamos unos compromisos y yo pediré que se cumplan, porque la crisis por la que atraviesa hoy Europa es, sobre todo, una crisis de confianza y no hay nada que dé más confianza que cumplir los acuerdos que se adoptan, y no hay nada que dé más confianza que sembrar certidumbres y nada que genere más desconfianza que sembrar incertidumbres.

Señoras y señores,

Las reformas que está acometiendo mi Gobierno están destinadas a impulsar una España más competitiva y más dinámica. El Gobierno español tiene una estrategia económica clara; el Gobierno español tiene, además, una sólida estabilidad parlamentaria y más de tres años por delante para llevar a cabo con determinación las reformas necesarias. Sabemos lo que tenemos que hacer y, como lo sabemos, lo estamos haciendo. También sabemos que eso supone muchos sacrificios distribuidos, porque así lo pretendemos, de forma equitativa para el conjunto de la sociedad española.

Permítanme que yo haga aquí, en Nueva Cork, un reconocimiento a la mayoría de españoles que no se manifiesta, que no sale en las portadas de la prensa y que no abre los telediarios. No se les ve, pero están ahí. Son la inmensa mayoría de los 47 millones de personas que viven en España. Son personas que sufren, que pasan por dificultades enormes, que hacen frente a muchos problemas. Esa inmensa mayoría de españoles está trabajando, el que puede, y dando lo mejor de sí para lograr cuanto antes el gran objetivo nacional que nos compete a todos, que es salir de esa crisis económica. Si ello están, como lo están, a la altura de la gravedad del momento que vivimos, creo que quienes sí ocupamos el espacio público, que somos el Gobierno, el resto de Administraciones, los partidos políticos --el que apoya al Gobierno y los de la oposición--, los medios de comunicación y los sindicatos; creo que, si la gente está a la altura, todos debemos estar a la altura del comportamiento de la sociedad española y no estropear con intereses de vuelo corto la grandeza del comportamiento de nuestros compatriotas.

Señoras y señores,

La estrategia de mi Gobierno está basada en dos pilares: la consolidación fiscal y las reformas estructurales para mejorar la flexibilidad y la competitividad de la economía. Ambos pilares son esenciales para nuestro compromiso con el euro. En materia de disciplina fiscal estamos ejecutando un ambicioso programa de consolidación que permitirá sanear nuestras cuentas públicas muy pronto. Créanme que no es fácil, porque no es fácil reducir 2,6 puntos el déficit público en un año en el que estamos en recesión y con problemas de financiación.

Pues bien, en ese esfuerzo de mayor racionalidad fiscal están involucradas todas las Administraciones Públicas: tanto el Gobierno central, como las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos.

En materia de reformas estructurales, destaca la flexibilidad que aportan la reforma laboral, el saneamiento de nuestro sistema financiero y la mayor apertura y liberalización de nuestros mercados de bienes y servicios. Todo ello contribuirá en un mayor crecimiento y la creación de empleo, garantizando la calidad de nuestros productos y mayores niveles de bienestar. Éste debe ser el objetivo de cualquier Gobierno sensato.

Tanto el Fondo Monetario Internacional, como la Unión Europea, han reconocido la magnitud del esfuerzo que se está realizando. Aun así, existe una percepción sobre la imagen de España que no se corresponde con la realidad de mi país.

Señoras y señores,

España es un gran país y yo soy optimista. Somos una economía abierta, sólida y competitiva. España es la cuarta economía de la zona euro. Nuestras ganancias en productividad y en competitividad, y la moderación salarial nos están permitiendo mejorar rápidamente nuestra balanza por cuenta corriente.  Nuestra balanza comercial es ya positiva con la zona euro. Esto es algo que no se había producido nunca y este superávit se ha multiplicado por cinco en la primera mitad del año en el que estamos, del año 2012.

Las empresas españolas se han abierto al mundo hace años y están compitiendo en todo tipo de mercados. España es uno de los diez países con más inversiones en el exterior. El 50 por 100 de las concesiones de infraestructuras mundiales son gestionadas por empresas españolas. Sirva de ejemplo que en Oriente Medio un consorcio de doce empresas españolas es responsable del proyecto de infraestructuras más importante del mundo árabe en las últimas décadas: el proyecto de tren de alta velocidad entre Meca y Medina, con un valor de unos diez mil millones de dólares.

En América también tenemos buenos ejemplos. En total, las inversiones acumuladas de España en América superan los 160.000 millones de euros: 116.000 mil millones de euros en América Latina y casi 44.000 millones en América del Norte. 2.600.000 empleos en América son generados por las empresas españolas. 2.600.000 empleos en América son generados por empresas españolas; la mayoría en América Latina, más de 2.300.000 empleos, pero casi 300.000 lo son en América del Norte.

En el caso de Estados Unidos, este país se convirtió en el primer receptor de inversión directa española en el extranjero en 2008, 2009 y 2010. Existen importantes inversiones de empresas españolas. Por ejemplo, en el caso de las energías renovables una empresa española se adjudicó la construcción en Arizona de la mayor planta solar del mundo y existen colaboraciones en proyectos tecnológicamente avanzados, incluso con la NASA en la actual misión del “Curiosity” en Marte.

La ampliación del canal de Panamá es otra de esas obras emblemáticas para el continente que está siendo liderada por una empresa española. En América Latina, España, junto con Estados Unidos, es el inversor de referencia. Gran parte de dicha inversión se produjo a principios de los años 90, cuando las perspectivas de la región no eran tan prometedoras. Además, las empresas españolas tienen vocación de permanencia, están reinvirtiendo los beneficios obtenidos y están aplicando ambiciosos programas de responsabilidad social empresarial.

Quiero decirles también que, a pesar de las dificultades financieras del entorno internacional, la apuesta que las empresas españolas han hecho por América Latina no ha disminuido, sino que sigue aumentado y ha demostrado, a pesar de las dificultades y contratiempos, que los ha habido, ser un gran acierto.

Por ello, creo que hay que aprovechar los nuevos Tratados de Libre Comercio de la Unión Europea, que España ha impulsado, por una parte, con Colombia y Perú, y, por otra parte, el Acuerdo de Asociación con América Central, además de los ya existentes con México y Chile. Tenemos que incrementar nuestros intercambios comerciales y fomentar más aún la inversión, pero en las dos direcciones porque Europa es también una oportunidad para América.

Señoras y señores,

La América Latina del siglo XXI tiene poco que ver con la del siglo XX. A finales del siglo pasado existía un cierto pesimismo sobre América Latina. Se hablaba de “décadas perdidas”. Hoy hay un renovado optimismo sobre la región. América Latina no es periférica, sino central. La región ha experimentado en los últimos años importantes transformaciones de todo tipo. Es hoy más democrática y estable, está más cohesionada desde el punto de vista social, la economía está en fase de crecimiento y se han puesto en marcha novedosos procesos de integración.

En lo referente al crecimiento económico, ya no sólo se incluye a Brasil y México entre las potencias emergentes. En realidad, ya son potencias emergidas. Los últimos estudios de referencia, al hablar de nuevas potencias incipientes, incluyen a un nuevo país latinoamericano, Colombia, que es la confirmación del auge de las potencias medianas.

Este dinamismo de América Latina se ve fortalecido, además, por los nuevos procesos de concertación e integración. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, la Unión de Naciones Sudamericanas y la Alianza del Pacífico han supuesto un indudable avance.

Me gustaría destacar esta última que conforman, por ahora, México, Colombia, Perú y Chile; una alianza que conjuga la seguridad jurídica con la apertura comercial y la vocación asiática. La Alianza del Pacífico mira a Asia, pero no está cerrada a otros, ni pretende rivalizar con nadie. No quiere retórica fácil, sino pragmatismo eficiente. Son los países de América Latina que más libre comercio tienen entre ellos y, de hecho, la principal condición para entrar es tener tratados con todos sus Estados miembros que mantengan y que amplíen esta zona de libertad comercial y confianza para la inversión. Además, todos estos países tienen ya Tratados de Libre Comercio, tanto con la Unión Europea, como con Estados Unidos. Son los países que desarrollan todas las políticas en las que España cree y quiere promover.

Resulta muy positivo y generador de confianza que se reconozca lo determinantes que son las instituciones políticas y las reglas de juego claras y predecibles, pues de ellas depende la riqueza de las naciones, al menos, a largo plazo. En el siglo XXI las instituciones son igual de importantes que el cambio tecnológico para el desarrollo económico y social. Con instituciones fiables y predecibles en las reglas de juego el crecimiento económico se refuerza, porque fluye más fácilmente en toda la economía.

Señoras y señores,

Estoy firmemente convencido de la necesidad de una relación renovada con América Latina. Por este hecho, le doy una gran importancia a la Cumbre Iberoamericana de Cádiz, que se celebrará en noviembre. Será, sin duda, una oportunidad inmejorable para tener un debate político abierto, sincero y directo entre los jefes de Estado y de Gobierno de América Latina, Portugal y España.

Mi Gobierno cree en una relación con todos, de igualdad, de respeto mutuo por los procesos democráticos internos de cada país, según la voluntad de los ciudadanos, con la mirada puesta en el futuro y recordando siempre que es mucho más lo que nos une que lo que nos pudiera separar.

Las relaciones entre España y América Latina son especiales por nuestros vínculos históricos y culturales, y también por la dimensión que ha ido adquiriendo la inversión española. Nuestras relaciones son, por tanto, multidimensionales y están unidas a nuestra propia identidad. En América Latina viven más de 1.100.000 españoles. Nuestras relaciones con los países latinoamericanos tienen, por tanto, aspectos muy relevantes y otra característica de las relaciones de España con América Latina son las relaciones con todos, sin excepciones ni de países, ni de políticas.

Hablo de una relación renovada con América Latina, pero también, por supuesto, con Estados Unidos. España es un aliado fiable y sólido ante los desafíos de un mundo cada vez más complejo. Somos aliados, tanto en el marco de la OTAN, como en diferentes coaliciones y operaciones que se han ido conformando a lo largo de las últimas décadas. Pero somos más que eso, somos socios naturales. Es mucho lo que trabajamos y podemos seguir trabajando conjuntamente en no pocas regiones del planeta.

Esa relación con Estados Unidos no alcanzaría su auténtica dimensión si no incluyera, dándole la relevancia que merece, un elemento esencial en la sociedad norteamericana del siglo XXI como es su comunidad hispana; una comunidad dinámica y plural, tanto en su composición, como en sus circunstancias, que comparte con el resto de sus compatriotas de Estados Unidos los desafíos que afrontan día a día y el ideal del sueño americano que ha hecho de este país una tierra de oportunidades; una comunidad de hispanos que provienen del resto de América, pero también de España, y que está engrandeciendo a Estados Unidos con su pujanza política, económica, científica, cultural, deportiva e, incluso, gastronómica, superando fronteras y techos de cristal, y que es cada vez más influyente y más decisiva.

A través de todo ello han sabido crear nuevos centros de referencia a lo largo de la geografía americana, permitiendo que Estados Unidos se dirija al mundo con una mirada renovada. Miami, entre otras ciudades, mezcla con originalidad su condición americana con aportes latinoamericanos. Es mucho lo que los hispanos deben a Estados Unidos, pero es también mucho lo que este país debe a la comunidad latina.

Los españoles fuimos los primeros europeos que emigraron a América y que aportaron la civilización y valores occidentales a este continente. Somos, al mismo tiempo, los hispanos de Europa y, por ello, el principal pilar de la relación de Europa con el continente que se extiende desde Terranova a Tierra de Fuego.

Este pasado común es, sin lugar a dudas, un factor poderoso de acercamiento como podemos comprobar con la conmemoración actual del segundo centenario de la Constitución de Cádiz. Esta fue la primera Carta del Atlántico, la primera Constitución que, en español, recogió el común sueño de libertad que nació en esta tierra en 1776 y del que también participamos; una Carta Magna redactada por hispanos europeos y por españoles americanos.

La idea de libertad se escribió por primera vez en inglés y, a través de la Constitución de Cádiz, ya en español, influyó en América Latina y en no pocas Constituciones europeas.

Estamos convencidos de que la fortaleza de nuestra relación histórica nos ayuda a hacer más sólidos nuestros lazos en el presente y a proyectarlos juntos hacia el futuro. Somos una comunidad de intereses y de valores coincidentes a ambos lados del Atlántico y lo “hispano” es lo que da carta de naturaleza a esta asociación natural. Por esta razón, tengo el propósito de seguir reforzándola a través del vínculo cultural, incrementando los crecientes intercambios entre nuestros países.

Hoy más que nunca, a comienzos de este siglo XXI, el inglés y el español son las dos grandes lenguas de comunicación de la globalización. No cabe rivalidad. Hay que hablar ambas lenguas para recorrer cualquier espacio cultural o económico de nuestro mundo.
Estoy convencido de que la lengua es un poderoso factor de unión entre nuestros países. Estados Unidos es, detrás de México, el segundo país del mundo con más hispanohablantes, por encima de la propia España. Esto es, sin duda, algo positivo porque, si la cultura tiene valor político, también posee valor económico. La pujanza de nuestras industrias audiovisuales y editoriales, que sólo en España generan ingresos anuales superiores a los mil millones de dólares por exportaciones, es una muestra del papel de la lengua como activo económico y fuente de oportunidades.

Señoras y señores,

El Gobierno que presido ha hecho de las relaciones con los Estados Unidos una de sus máximas prioridades en política exterior.

España apuesta fuerte por el futuro de los Estados Unidos cuando estrecha lazos con su comunidad hispana, una comunidad determinante políticamente y decisiva en términos de población, de desarrollo económico y de riqueza cultural en el porvenir de esta nación y, lo que quisiera subrayar, en la percepción de lo hispano en el resto del mundo.

La comunidad hispana de los Estados Unidos sintetiza hoy el peso de la historia y el espíritu de vanguardia. Lo “hispano” tiene un pasado que ha dado fruto a un futuro lleno de oportunidades. Los hispanos son una comunidad dinámica, vital, con ganas de prosperar y grandes historias de éxito que ha engrandecido a los Estados Unidos al amparo de la libertad, los derechos humanos, el respeto a la propiedad privada y el imperio de la Ley.

Reivindicar la herencia cultural hispana expresa la pluralidad y la diversidad que admiramos en los Estados Unidos. El mejor modo que tiene España de afianzar los vínculos con la comunidad hispana es a través de una relación fortalecida con los Estados Unidos.

América es un asunto fundamental en la vida española. América Latina es un eje central de nuestra política exterior y una constante como política de Estado; pero no me conformo con este prometedor punto de partida. Fortalecer e impulsar la relación de España, América Latina y Estados Unidos marca un camino imprescindible de la política exterior de mi Gobierno. Consolidar la triangulación España-América-Asia es, en realidad, un reto del siglo XXI.

En España se habla mucho de la necesidad de tener “más Europa”. Yo reivindico que haya también “más América”. Yo creo que América debe ser una apuesta renovada y permanente. Y a esta tarea seguiré dedicando mi empeño.

Muchísimas gracias.

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