Jose Enrique Arrioja interviewing Arevalo

José Enrique Arrioja, a la izquierda, con el presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo. (Foto: Erick Velásquez/EBLA Digital)

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Infobae entrevista a José Enrique Arrioja sobre el último número de Americas Quarterly

By Ines Ehulech

Arrioja habló con el medio sobre su entrevista con el presidente de Guatemala y sobre el panorama económico y político del país centroamericano.

“El Presidente que casi no lo fue”. Así describe José Enrique Arrioja, editor gerente de la revista Americas Quarterly, a Bernardo Arévalo de León, jefe de Estado de Guatemala.

El sociólogo y filósofo de formación de 66 años asumió el cargo en enero de 2024, en un contexto de total convulsión ante los intentos del Ministerio Público por anular su triunfo, y con una larga lista de desafíos y tareas que el país tenía pendientes desde hacía años.

En poco más de un año, muchas cosas han cambiado en Guatemala: la violencia disminuyó, importantes leyes se aprobaron y las relaciones diplomáticas y comerciales se han expandido, entre otros logros relevantes. Sin embargo, aún existen retos y obstáculos internos que podrían ser determinantes en el curso de la nación en los próximos años.[...]

Usted describe a Bernardo Arévalo de León como un candidato improbable, que emergió como símbolo de renovación, y se hizo con la presidencia con el 61 por ciento de los votos. ¿Cuál cree que fue la clave de su victoria electoral?

Yo creo que tenemos que tener en cuenta que, en 2023, Guatemala tenía a un presidente, Alejandro Giammattei, que había estado bajo serios cuestionamientos por su cumplimiento de metas, temas de corrupción, y había serias dudas sobre la honorabilidad de la primera magistratura. Todo esto, en un país donde las administraciones previas habían, por igual, estado bajo serio cuestionamiento, aunque el caso de Giammattei estaba a un nivel casi superlativo. En este contexto, cuando se dio la primera ronda electoral, Arévalo obtuvo un 12 por ciento—que sorprendió a muchos—simplemente por su mensaje anticorrupción: “Vamos a acabar con la corrupción en el país, en los diferentes estamentos del Estado… hay que limpiar a Guatemala y al Estado guatemalteco”. Ese mensaje caló. A ello, hay que sumarle, además, que fue capaz de conectar con el guatemalteco común y corriente, y desarrolló un nivel de empatía con ese ciudadano que se ha sentido olvidado, maltratado y no bien remunerado. Esas dos cosas creo que fueron las que lo llevaron a pasar a la segunda ronda y terminar ganando las elecciones, sorprendiendo a propios y extraños.

Un poco más de un año después, pese a seguir apegado a sus promesas de campaña, su popularidad cayó un 50 por ciento . ¿Cree que esto es inherente al tipo de liderazgo que exige una situación tan compleja como la de Guatemala? ¿Es una tendencia que aún es reversible?

Sí. La caída estrepitosa de su popularidad, de su grado de aceptación entre la población, es producto del hecho de que toda la transformación que ellos están tratando de llevar adelante ha sido muy lenta. Y en esto coinciden la mayoría de las personas, dentro y fuera del Gobierno. En la calle hay un sustrato positivo de opinión sobre el Presidente, sobre la presidencia, sobre el Gobierno… La gente dice ‘Sí, el hombre está haciendo, está llevando a cabo ciertas cosas’, pero ahí es donde viene la segunda frase de la respuesta: ‘Está lento, no se están viendo los resultados, todavía no terminan de concretarse cosas’. Y, como es común en cualquier mandatario, el pueblo tiene una paciencia limitada. Yo creo que el Presidente se enfocó demasiado en atender todo el tema de la legalidad del partido de gobierno, el Grupo Semilla, que sigue suspendido, y, a su vez, en la confrontación con Consuelo Porras, la fiscal general, que dirige el Ministerio.

Lea la entrevista completa.

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