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Los Costos del Nacionalismo Económico

By Christopher Sabatini

The "Buy American" provision in the stimulus plan fails to take into account the multinational, interconnected nature of many businesses today, writes Christopher Sabatini in an El Diario/La Prensa op-ed, and ultimately will hurt the very people it's supposed to help—U.S. workers.

En medio de la crisis financiera y la inseguridad laboral, el nacionalismo económico ha resurgido en su forma más inútil y peligrosa, con implicaciones no sólo para los productores norteamericanos sino también para los mercados latinoamericanos.

El plan de estímulo económico de $800 billones de dólares, que fue aprobado por el Senado el viernes, contiene una provisión conocida como Buy American que dice que los productos nacionales tales como el acero y el concreto deben ser utilizados para proyectos de infraestructura financiados por dicho plan.

Aunque tal provisión fue suavizada luego para incluir la condición de no contravenir las obligaciones comerciales internaciones de EE.UU., la mera inclusión de la obligación representa un paso atrás para nuestras relaciones comerciales con varios países.

De acuerdo a un estudio publicado por el Institute for International Economics (IIE), dicha provisión únicamente generaría 9,000 empleos nuevos, apenas una fracción de lo que realmente se necesita. Sin embargo, el mayor costo se sentiría en la reacción de otros países.

Tomemos el caso de América Latina. Durante décadas, las compañías norteamericanas han estado en contra de restricciones “anti-extranjeras” en las licitaciones de contratos estatales. Diferentes compañías, desde fabricantes de maquinaria pesada hasta productoras de software, se han opuesto a cualquier limitación a su derecho de competir con compañías locales en contratos públicos.

¿Su queja? Que al establecer barreras artificiales competitivas los gobiernos latinoamericanos estaban creando ineficiencias en la asignación y en el manejo de contratos públicos (sin mencionar el potencial de corrupción).

El problema con la provisión Buy American va más allá de esta hipocresía. También podría haber retaliaciones. Si los gobiernos en la región deciden hacer lo mismo con sus propias provisiones “comprar brasilero” o “comprar ecuatoriano”, se congelarían las operaciones de compañías norteamericanas en mercados que se han abierto con mucho esfuerzo.

Tristemente, este retorno al nacionalismo económico pasa por alto un hecho fundamental de la integración de la región. Hoy en día, las empresas de acero, cemento, automóviles, y maquinaria existen en un mundo sin fronteras. Las compañías de cemento mexicanas tienen plantas de producción en los Estados Unidos. Autos “ensamblados” en los Estados Unidos han cruzado la frontera varias veces durante su proceso de manufactura. Hoy, en términos de propiedad, producción, y recursos, estamos muy entrelazados para definir qué es “norteamericano” y qué es “diferente”.

Volver al nacionalismo económico es dañino para los intereses de los Estados Unidos. A la larga, perjudicaría a las personas que supuestamente quiere ayudar: los trabajadores norteamericanos.

Deberíamos oponernos a la provisión Buy American del plan de estímulo económico en cualquier forma.

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