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Discurso: Presidente Felipe Calderón

Durante el foro de AS/COA "México: Perspectivas y Oportunidades Económicas en el Nuevo Entorno Mundial," el President de México Felipe Calderón destacó que el problema del crimen organizado no es exclusivo de México. "El Gobierno de México tiene un fuerte, firme, determinado compromiso con la legalidad," dijo el presidente.

***Remarks delivered at the AS/COA Latin American Cities Conference in Mexico City: "México: Perspectivas y Oportunidades Económicas en el Nuevo Entorno Mundial" on March 12, 2009.***

Qué tal, amigas y amigos, muy buenos días, muy bienvenidos a México, muy bienvenidos a esta reunión.
 
Y saludo con verdadero aprecio a Susan Segal, Presidenta y CEO de Americas Society and Council of the Americas, y le agradezco muchísimo el realizar esta reunión en nuestro país.

Saludo, desde luego, a mis amigos y colaboradores en el presídium; a los Embajadores aquí presentes; empresarios, dirigentes de organizaciones empresariales, a todas y a todos ustedes:
 
Bueno, agradezco desde luego esta invitación que me permite, me da una oportunidad singular,  pienso yo, de platicar con ustedes  cómo vemos las cosas, particularmente en el ambiente económico para nuestro país.
 
Y sé que el mundo vive tiempos muy difíciles, tiempos que demandan una gran imaginación, un gran esfuerzo, un esfuerzo renovado por parte de gobiernos, de empresas y de sociedades.
 
Y me voy apartar un poco de mis notas para mejor entrar directamente a los puntos que sé que inquietan, o preocupan dada la enorme distorsión que hay acerca de la realidad de México fuera de nuestras fronteras.
 
En primer lugar, déjenme explicarles claramente cuál es el tema,  que agradezco mucho a Susan sus referencias, referido a la legalidad y al crimen organizado en México.
 
El Gobierno de México tiene un fuerte, firme, determinado compromiso con la legalidad. Es una convicción personal del Presidente y es una convicción de equipo y de sentido del deber de todo el Gobierno Federal con los mexicanos, y no sólo con los mexicanos, sino con quienes deciden invertir o visitar a nuestro querido país.
 
Y lo que estamos haciendo, amigas y amigos, es precisamente enfrentar un problema que había crecido en nuestro país, y al cual no sólo le estamos presentando una batalla sin precedente, sino que además estamos atacando directamente la raíz de esos problemas con miras a solucionarlos. Y, además, estamos avanzando en esa solución, y estamos avanzando, porque estamos avanzando en varios frentes.
 
Primero. En el corto plazo, precisamente, fortaleciendo la autoridad del Estado en todo el territorio nacional. Es absolutamente falso, absurdo que se señale que México no tiene autoridad sobre un punto del territorio nacional.
 
Yo reto a quien diga eso, que me diga a qué punto del territorio nacional quiere ir y lo llevo. Lo único que le pido es que no venga de vacaciones, como parece que vienen algunos analistas a México.

Yo lo que exijo es que vayamos, precisamente, al punto que quieran del territorio nacional para conocer el imperio del Estado. Sí tenemos problemas, por supuesto, como los tiene también Estados Unidos; pero lo que tenemos nosotros es una firme determinación de terminar un problema que no ha sido creado en nuestro país, que sufre nuestro país como consecuencia de estar al lado del mayor consumidor de drogas del mundo y del mayor proveedor de armas del mundo.
 
Lo estamos enfrentando en el corto plazo porque estamos movilizando toda la fuerza del Estado, y eso implica no sólo policías locales, policías federales, sino Ejército, Marina, para enfrentar ese problema. Y lo estamos atacando con fuerza y con singularidad.
 
Hemos quebrado una buena parte de la estructura financiera y logística del crimen organizado en México. Hemos decomisado cientos de millones de dólares en efectivo, incluso en una sola operación decomisamos más de 200 millones de dólares en una casa en la Ciudad de México.
 
Hemos decomisado casi 30 mil armas, de las cuales la mitad han sido armas muy peligrosas: rifles de asalto, lanzamisiles.
 
Aquí, por cierto, no somos ajenos a un fenómeno que también es imputable en Estados Unidos. En 2004 se removió la prohibición en Estados Unidos de vender rifles de asalto, y desde entonces, se han vendido cientos o miles de rifles de asalto hacia nuestro país, a los criminales.
 
De manera tal que estamos también enfrentando ese problema, que tampoco lo generamos nosotros. Y yo hago votos de que la sociedad, el Congreso y el Gobierno americano tome cartas en este asunto.
 
Estamos, además, enfrentando un problema que tiene que ver con una recomposición de, si ustedes me permiten, el modelo de negocio en nuestro país, que antes era un negocio orientado, exclusivamente, al tráfico de droga en Estados Unidos y ahora busca posicionarse en el control de mercados.
 
Ese control de mercados implica un esfuerzo por asumir control territorial, y ese esfuerzo de control territorial implica un enfrentamiento muy violento, que esa es la esencia de la imagen que se está proyectando sobre este tema en el mundo, entre las propias bandas del crimen organizado.
 
Y si podemos observar, precisamente, este fenómeno veremos que la imagen que se ha transmitido de México es que si hay seis mil 500 muertes en México el año pasado, se genera la idea de que los ciudadanos mexicanos se están desplomando, abatidos por el crimen en las calles de esta ciudad o cualquier otra. Y eso no es así, y ustedes lo podrán constatar, además, en su estancia en México.
 
De hecho, de esas bajas que se tuvieron en el año pasado, los reportes policíacos nos indican que más del 90 por ciento de esas personas, 93 para ser exactos, están vinculados directa o indirectamente a alguna de las bandas del crimen organizado; son distribuidores de droga, insisto, el nuevo modelo de negocios, es un modelo detallista, retailers.
 
Y, precisamente, por eso hay una lucha por los territorios, como ocurre entre muchas empresas de gas o de, y ya no digo nombres porque se ofenden mis amigos empresarios, la verdad eso es así, es una lucha que están teniendo estas bandas.
 
Incluso una buena parte de ellos, que son distribuidores, informantes, sicarios, administradores de giros negros, más de un 30 por ciento de ellos nunca fueron reclamados sus cadáveres por ningún familiar. Lo que refleja, precisamente, un fenómeno de confrontación entre bandas.
 
Aún así, amigas y amigos, los últimos datos disponibles, y de veras pueden constatarlos en cualquier institución que haga investigaciones serias, los últimos datos disponibles reflejan que México tiene una tasa de mortalidad o de muertes violentas, una tasa que los últimos datos la marcan en 10.7 por cada cien mil habitantes; que es una tasa menor a la tasa, tan sólo por hablar de Latinoamérica, menor a la de Guatemala, a la de El Salvador, a la de Colombia, menor a la de Venezuela y menor a la de Brasil; incluso es una tasa menor a la que se registra en varias ciudades de Estados Unidos. Es una tasa equivalente a la que tuvo toda la Unión Americana a principios de los 90.
 
De manera tal, amigas y amigos, que yo, mi primer voto es, mi primer punto es, primero, lamentar profundamente que se haya escalado una campaña que parece que es una campaña contra México.
 
Que la opinión pública, y ahora hasta las revistas, no sólo se dedican a atacar, a mentir sobre la situación de México, sino a exaltar a los criminales.
 
En lo que México lo consideramos, incluso, un delito, que es apología del delito. No me detengo en los detalles, quizá ustedes los conocen. Pero, evidentemente, eso ni nos arredra a nosotros, amigas y amigos, ni modifica un ápice nuestra firme determinación de fortalecer el Estado de Derecho en México, de garantizar a cada mexicana y a cada mexicano su seguridad, y en eso estamos empeñados.
 
Segundo. Que lo mínimo que exigimos es un sentido de corresponsabilidad, éste no es un problema ni mexicano ni exclusivamente de México; este un problema que está carcomiendo, particularmente, a la sociedad consumidora, que es la sociedad de Estados Unidos.
 
Es un problema que está corrompiendo estructuras de corrupción; sí, en México hemos tenido una corrupción, pero por primera vez el Gobierno está limpiando la casa de arriba hasta abajo, por primera vez están en la cárcel ahora mandos de primer nivel en materia policíaca o en materia de procuración de justicia.
 
Pero si con ese argumento vamos, de que el crimen existe dada la corrupción de las autoridades, lo cual es válido admitirlo, díganme ustedes cómo se explica un mercado tan grande de drogas, el mercado más grande del mundo, en Estados Unidos, sin la corrupción de ciertas autoridades en Estados Unidos.
 
Y yo quisiera saber qué autoridades del nivel, que yo he puesto en la cárcel, han sido siquiera investigadas en aquél país.
 
De manera tal, amigas y amigos, que sí, efectivamente, estamos haciendo un esfuerzo conjunto. Yo aprecio, además, las expresiones de solidaridad, hoy vienen unas declaraciones que yo reconozco y valoro en toda su dimensión, del Presidente Obama; y, precisamente, siguiendo su liderazgo, estoy convencido de que vamos a trabajar mejor que nunca en esta materia, uno de los tantos retos binacionales que tenemos, en materia de crimen organizado.
 
El crimen organizado ataca a los dos lados de la frontera, daña a familias americanas y mexicanas. El crimen organizado es un desafío común que el Presidente Obama y yo vamos a enfrentar en común.
 
Insisto, lo que espera México es ese sentido de corresponsabilidad que ha expresado el Presidente Barack Obama, a quien aprecio, se transmita, primero, hacia todos los integrantes de su equipo de Gobierno.
 
Segundo, se transmita también hacia todos los liderazgos y medios de comunicación en la Unión Americana, que deben asumir su rol de responsabilidad en este problema, y se transmita también a la opinión pública en ambos lados.
 
Yo lo único que les puedo asegurar, amigas y amigos, es que México, el Gobierno mexicano está trabajando más que nunca con una firme determinación de poner la casa en orden.
 
Así que si ustedes ven polvo saliendo por las ventanas, no se preocupen, es que estamos, precisamente, limpiando la casa y no descansaremos hasta ver a un México libre, un México seguro, un México donde nuestras familias puedan vivir en paz y nuestros hijos puedan ir tranquilamente a la escuela y jugar en la calle.
 
Y si hay algún activo que tiene México ahora, más que un pasivo, es este activo en materia de Estado de Derecho y de seguridad, y el activo es que hay un Gobierno firmemente determinado y con la fuerza suficiente para derrotar a la criminalidad y con una sociedad que lo apoya, además, ampliamente.
 
Y ahora me refiero al tema económico. Evidentemente que la percepción que hay también acerca de este escenario económico mundial, de desánimo, de desastre, toca también a México por su cercanía, otra vez, con Estados Unidos.
 
Probablemente, para muchos estamos demasiado cerca del epicentro del terremoto, y en cierto sentido hay algo de razón. Evidentemente hay cosas que están fuera del alcance del país; no está en manos de México, por ejemplo, el poder resolver la enorme contracción crediticia que sufrieron los Estados Unidos.
 
Yo citaba en alguna, ante un grupo de analistas también, de académicos, a Carlos Díaz Alejandro, un economista chileno, que hizo un análisis muy bueno, por cierto, de la crisis bancaria que sufrieron las economías sudamericanas, particularmente del Cono Sur, a fines de los 70, principios de los 80.
 
No sé si les suene familiar la historia, pero digamos que los bancos quebraron, se descapitalizaron, hizo una contracción de crédito brutal que llevó a una recesión sin precedentes a esas economías.
 
Y decía Díaz Alejandro que parte del problema es cuando se confunde el negocio del banquero con el negocio del carnicero.
 
El negocio del banquero cómo es. Es un negocio, como dicen los abogados, intuitu personae; es decir, uno escoge al abogado o al médico específicamente por sus características personales; o al arquitecto que le va a construir a uno la casa.
 
Y el banquero también tiene un negocio intuitu personae: debe ver a su acreditado, cuando va a verlo debe analizar específicamente cuál es su capacidad crediticia, debe revisar si tiene un ingreso estable; debe revisar, con sus colegas banqueros, si tiene un historial de crédito respetable, en fin. Y entonces, darle el crédito.
 
El negocio del carnicero es totalmente distinto. El carnicero tiene que matar a la vaca a las cuatro, cinco de la mañana; tiene que acabarla de destazar y abrir su carnicería a las ocho; tiene que vender, en pocas palabras, toda la carne que pueda, y tiene que vender toda la vaca ese día.
 
Y empieza vendiendo los cortes más finos a sus mejores clientes, pero luego vienen los filetes y el bistec, hasta antes de la comida;  y luego las vísceras, medio las vende o medio las regala a la gente más pobre; los huesos para los perros, en fin; y en la tarde está limpiando la carnicería. Ese es el negocio del carnicero.
 
El problema es cuando el carnicero se siente banquero y el primer cliente que llega a pedir un corte de carne, dice: déjeme examinar su historial crediticio y personal.
 
Pero es mucho peor, cuando el banquero asume el criterio del carnicero y entonces, se dedica a vender, a colocar todo su crédito en un día y lo más rápido posible. Y eso aparentemente pasó, dice Díaz Alejandro, en Chile, en Argentina, en Uruguay, y pasó en Estados Unidos.
 
El promedio de tarjetas de crédito por cliente bancario en California, creo que son 10 tarjetas de crédito por cliente bancario, llegaban por correo, se ofrecían en las esquinas, en los supermercados.
 
Nuestros compatriotas migrantes, buscando una casa para renta salían con un crédito hipotecario que les pagaba el 100 por ciento del crédito, más un 20 o 30 por ciento más para amueblar la casa, más el coche.
 
Y nadie se preocupó de ver si las tasas de interés iban a ser suficientemente estables para que ese mexicano pudiera pagar o si su trabajo era estable, que sabemos que no lo era.
 
Y se hizo por un problema terrible de Moral Hazard, que el banquero dejó de ser el responsable del crédito porque los mecanismos financieros hicieron posible que ese crédito se pudiera envolver y empacar y trasladar al infinito, perdiendo toda responsabilidad colectiva.
 
Cuando hubo que financiar la guerra con Irak, en que el Gobierno del Presidente Bush tuvo que elevar terriblemente el déficit norteamericano, las tasas de interés subieron para financiar ese déficit y quebraron los clientes bancarios.
 
Eso no hay ninguna novedad; en las quiebras bancarias se han repetido así en gran parte del mundo, en Sudamérica, en México, en Asia y ahora en Estados Unidos.
 
Y qué es lo tenemos.
 
Que cuando quiebra Lehman, el 15 de septiembre del año pasado, todos estos bancos que durante más de un siglo, incluso durante la crisis del 29, se habían prestado todos los días y no habían dejado de fluir, que para poder cerrar sus balances de un día para otro se prestaban mil, dos mil, 500 millones de dólares, de repente ahí, en Wall Street dice uno: Oye, caray, quebró Lehman; que era impensable que quebrará y que la dejaron quebrar.  
 
Quién me dice que mi vecino, que me ha pedido o yo le he pedido durante cien años, todos los días, cien o mil millones de dólares para cerrar, me está  pidiendo hoy cinco mil millones de dólares y a la mejor es el próximo muerto de la cuadra.
 
Y se paró el crédito. Y el crédito es, como su nombre lo indica, el acto, la acción y efecto de creer en algo o en alguien. La gente dejó de creer, se generó un gran problema psicológico y se vino abajo la estructura crediticia en Estados Unidos.
 
Yo digo que un sistema económico funciona a base de un aparato circulatorio: la sangre finalmente es el crédito, va y viene, esa es la clave, para regar la economía, y el corazón, es el sistema bancario y financiero. Cuando quiebra el sistema bancario y financiero, finalmente se paraliza la economía.
 
Y se ha paralizado por causas reales: el endeudamiento de los americanos, la irresponsabilidad con la que se condujo el sistema bancario y financiero, y también por causas que van más allá de lo económico, o que son también económicas, pero no materiales.
 
Lo que la palabra crédito significa, tiene un elemento de confianza que también quebró, y esa quiebra quizá es todavía mayor a la que estamos viviendo.
 
Robert Lucas, al ganar el Premio Nobel de Economía lo hizo porque diseñó la teoría de las expectativas racionales. Y las expectativas racionales, precisamente, marcan que puede influirse en las decisiones económicas a partir del comportamiento y el pensamiento de los actores económicos.
 
Cuando nosotros prevemos un huracán en el Caribe, consecuencia del cambio climático, a mí me interesa el pronóstico del Servicio Meteorológico para ver qué medidas debo de tomar como Presidente, para auxiliar a la población civil.
 
Pero sé que la opinión del Servicio Meteorológico es irrelevante para el tamaño del huracán. Si el huracán va ser cuatro o cinco o tres, va a ser tres, cuatro o cinco, no tiene nada que ver el Servicio Meteorológico.
 
En cambio en la economía, si nos dedicamos a pronosticar la peor catástrofe, bien podemos crear la peor catástrofe, y en parte esto ha sido lo que recurrentemente ha pasado en los últimos seis meses en el mundo y en Estados Unidos.
 
Es decir, se genera un deterioro terrible de expectativas, se frena la decisión de inversionistas, se frena la decisión de consumidores, y eso incide, a su vez, en el próximo escenario económico.
 
Si yo como Presidente de la República digo que el día de mañana, u hoy, está quebrada una  institución bancaria del país, y me creen, no todos, nada más la décima parte de los clientes de ese Banco, seguro que  por la tarde ese banco va a estar quebrado. Y en la tarde o mañana, cuando termine su seminario, u hoy, no sé, yo voy a decir: Ya ven, se los dije, el Banco estaba quebrado.
 
Me parece que la conducta de los actores influye poderosamente no sólo en las decisiones, sino en los escenarios económicos.
 
Y por esa razón, en alguna reunión que tuve con banqueros mexicanos, que estábamos hablando de la pertinencia de poner en marcha políticas contracíclicas, si alguno me externaba su preocupación de las deficiencias que tuvo en su tiempo las políticas keynesianas, yo les decía: miren, el problema puede ser, si vamos a necesitar a Keynes para solucionar este problema o vamos a necesitar a Friedman para guardar el equilibrio en las finanzas públicas.
 
Yo creo que hay tomar un poco de los dos, hay que tomar a Friedman para mantener un equilibrio estable y de largo plazo en finanzas públicas, para dejar que el mercado ponga sus mecanismos en acción, y hay que tomar un poco a Keynes para poder contraponer el esfuerzo del Gobierno en una situación de una caída tan fuerte en la demanda externa.
 
Pero, yo digo que más que Friedman o Keynes, a lo mejor a quien vamos a necesitar mucho más es al señor Freud, porque la pérdida de confianza, de credibilidad y de certeza en quiénes somos y qué podemos hacer está haciendo mucho más daño que muchos factores de la llamada economía real, ese es mi punto de vista.
 
De ahí la importancia de puntualizar qué exactamente está ocurriendo en México. Y lo que está ocurriendo, sí, sí tenemos un problema porque somos una economía que está fuertemente correlacionada a la economía de Estados Unidos y estamos cerca de este epicentro.
 
Pero también hoy, a diferencia de otras crisis que se han vivido en el pasado, además de que ésta es la primera, por lo menos la primera de muchas que no se originó en México, hasta raro se siente uno. A pesar de que esta crisis viene de fuera, hay otras diferencias aparte de esa, que vale la pena que ustedes lo conozcan a la hora de hacer un análisis sobre México.
 
Y empiezo, precisamente, por el tema del sistema bancario y el sistema financiero mexicano. Nosotros ya tuvimos esta, está película ya la vimos en 1995-1998, ya pagamos y pagamos un costo muy alto por los errores cometidos en la regulación deficiente, en la voracidad de la inversión financiera, en el análisis poco cuidadoso de los mercados; en pocas palabras, en haber quitado el criterio del banquero y puesto ahí al frente el criterio del carnicero.
 
Y pagamos un costo muy alto, pero hemos saneado nuestra Banca, como saneado nuestro sistema financiero y mientras en varias naciones del mundo, entre ellas las economías más desarrolladas, la pregunta es: qué tanto el Gobierno va a sanear, precisamente, el sistema bancario; mientras esa pregunta no termine de contestarse, probablemente la economía no termine de empezar su recuperación, en México tenemos un sistema bancario sólido.
 
Cuando llegó a plantearse los Protocolos de Basilea en México, que obligaban a que los bancos tuvieran una tasa de capitalización, es decir, capital versus activos financieros en riesgo del ocho por ciento, mucha gente puso el grito en el cielo, porque parecía inalcanzable esas tasas de capitalización.
 
Hoy en México, amigas y amigos, México tiene una tasa de capitalización, capital contra activos en riesgo, del 14 por ciento en promedio, en el sistema bancario.
 
Tenemos un sistema bancario sólido, sí, sí hay problema en Estados Unidos de sobreendeudamiento de las familias en Estados Unidos, en México no tenemos ese problema de sobreendeudamiento.
 
Y aunque los empresarios, y con razón, hablan de una caída en el crédito en México, que es connatural a esta contracción crediticia mundial, en México todavía la cifra disponible al mes de enero, habla de una tasa de crecimiento, crecimiento del crédito a las empresas del sistema bancario del 16 por ciento.
 
Por supuesto, está influenciada por otras medidas que hemos tomado por parte del Gobierno. Por primera vez el crédito a pequeñas y medianas empresas fue superior casi en un 20 por ciento, respecto de lo que teníamos el año pasado, porque estamos haciendo un programa de garantías y colaterales al sistema para que preste a pequeñas y medianas empresas, un programa que alcanzará los 250 mil millones de pesos en los próximos cuatro años.
 
Segundo. Tenemos las finanzas públicas en orden, y en parte ha sido por la disciplina financiera que ha seguido, no sólo mi Gobierno, el Gobierno anterior, del Presidente Fox; el Gobierno anterior, del Presidente Zedillo, que ha permitido que México corrija el problema estructural de finanzas públicas, sino por reformas medulares, que de alguna manera mencionaba ya Susan.
 
Qué hemos hecho en los últimos dos años.
 
Una Reforma Hacendaria, yo sé que no fue muy popular, pero si me dicen qué Reforma Hacendaria es popular se las compro, y una Reforma al Sistema de Pensiones. Hemos hecho lo que no han hecho una serie de naciones subdesarrolladas y desarrolladas en todo el mundo, que no ha podido hacer Alemania, que no han podido hacer varias naciones de Europa, que no han podido hacer una de las principales economías del mundo.
 
Y qué es.
 
Cambiar nuestro Sistema de Pensiones, de los servidores públicos, de los dos millones y medio de servidores públicos, del tradicional pay as you go, al sistema de cuentas individuales.
 
Saben cuánto vale eso para las finanzas públicas, amigas y amigos, saben cuánto implicó este solo cambio para la salud y el vigor de las finanzas públicas mexicanas.
 
Implica un ahorro de 30 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto a valor presente neto. Esto significa una diferencia brutal entre tener finanzas públicas comprometidas en el mediano plazo y tener finanzas públicas a salvo.
 
De manera que no sólo hemos tenido salud en las finanzas públicas, hemos arreglado problemas financieros estructurales que parecía imposible resolver.
 
Yo recuerdo hace cinco años cuando una sola Institución trató de hacerlo, el Seguro Social, se paralizó la vida del país, se bloqueó el Congreso, se generó una gran movilización social.
 
Hoy ya resolvimos ese problema no sólo ahí en el Seguro Social, en la Comisión Federal de Electricidad y en los más de dos millones de trabajadores al servicio del Estado.
 
Y no sólo es equilibrio financiero, sino finanzas públicas; no sólo es sistema bancario sólido y no sólo es problema resuelto en materia de pensiones, que es un costo actuarial brutal para cualquier Gobierno.
 
Es también políticas atinadas en el manejo de variables macroeconómicas. Por ejemplo, el hecho de que la Secretaría de Hacienda, cuando el barril de petróleo costaba 125 dólares haya comprado coberturas, yo por eso digo que no todos los derivados han sido malos, haya comprado coberturas financieras que nos garantizan que todas las exportaciones de petróleo mexicano durante 2009 se paguen a 70 dólares, es decir, al doble del precio de hoy, eso significa tener también solidez en variables de finanzas públicas para hacer frente, precisamente, a este problema.
 
Y que además de esas coberturas petroleras tengamos reservas, no me refiero a las del Banco de México, que por cierto son casi cuatro veces el valor de nuestra deuda externa, tenemos reservas, fondos de reserva petrolera, fondos de estabilización petrolera que serán del orden de unos nueve mil millones de dólares y que nos permiten, además, compensar cualquier caída en el gasto.
 
De manera tal que el Gobierno mexicano tiene posibilidad de sostener finanzas públicas sanas y de implementar una política contracíclica, como la que estamos implementando, una política que vale casi 1.7 por ciento del Producto Interno Bruto, para compensar, precisamente, el choque de demanda que va a sufrir la economía mexicana viniendo de Estados Unidos.
 
Y no sólo eso, sino que tenemos las coberturas y los fondos de estabilización petrolera, que nos van a permitir diseñar una estrategia de salida para el 2010, que nos permita, una vez que pase lo peor de la crisis, seguir con finanzas públicas sanas y haber compensando, hasta donde puede compensar una economía como la mexicana, estas variables.
 
En materia de finanzas públicas, también hemos reducido la deuda externa. De que yo entré a la Presidencia de la República al segundo año de Gobierno, al 1º de diciembre de 2008, la deuda pública externa mexicana se había reducido a la mitad.
 
Yo recuerdo que en los 80 o 90 la deuda mexicana había superado los 100 mil millones de dólares. Ese 1º de diciembre la deuda mexicana era de 25 mil millones de dólares, mucho menos que el 10 por ciento del PIB, comparado con la cifras que habían rebasado más de la mitad del PIB en algún tiempo.
 
De manera tal, amigas y amigos, que sí, sí tenemos problemas, pero también tenemos fortaleza en la economía mexicana, con la cual estamos haciendo frente a esta situación, y que nos ha permitido tener un programa, por primera vez un programa contracíclico, un programa que implica, por ejemplo, la mayor inversión en infraestructura en la historia del país.
 
El promedio de la inversión en infraestructura en México en los 10 años previos a mi Gobierno, había sido menos del dos por ciento del PIB. El año pasado alcanzamos casi el cinco por ciento del Producto Interno Bruto de inversión en infraestructura, y queremos replicarlo este año.
 
Para ampliar el Canal de Panamá, por ejemplo, esta obra tan vistosa que tomará varios años, se gastarán unos 50 mil millones de dólares; nosotros, tan sólo este año, vamos a promover inversión pública y privada por casi 40 mil millones de dólares en este año. Y eso que el tipo de cambio, ya no me ayuda mucho a hacer la comparación, pero aún así. Es decir, es un esfuerzo enorme.
 
Y hablando también, amigas y amigos, de infraestructura, estamos, seguimos transformando la estructura competitiva del país. El propio tipo de cambio, esta depreciación, esta fly to quality que se ha presentado, no en México, sino en todo el mundo, de buscar una moneda de reserva, los dólares, y es comprensible, porque al final de cuentas el dólar sigue siendo la moneda de pago mundial, donde el propio endeudado es el que la fabrica, entonces, tiene su ventaja.
 
Sin embargo, esta propia variación cambiaria, amigos, también genera, también genera un elemento de competitividad importante para la economía mexicana. Es cierto, puede generarlo para todas las economías que han tenido depreciaciones en mayor o menor medida.
 
Pero, créanmelo, aún con la recesión americana lo genera mucho más para la única economía emergente que tiene tres mil kilómetros de frontera con la economía que todavía es la más grande en el mundo y que, precisamente, tiene una economía de dólares.
 
Es decir, se abren nichos de competitividad muy importantes para México, e incluso su propio tipo de cambio se ajusta como una expectativa para poder cerrar las brechas de cuenta corriente de todos los países, derivados, precisamente, de la caída del comercio mundial y de las exportaciones mundiales. México ni siquiera tiene ese problema. El déficit de cuenta corriente de México es de 1.4 por ciento de su PIB, es decir, es un déficit perfectamente manejable.
 
De manera tal, amigas y amigos, amigos de Americas Society, participantes en este evento, del Council of the Americas, yo quiero agradecerles mucho esta oportunidad de poder platicar con ustedes.
 
Y resumiendo lo que he comentado, abordando directamente los problemas que tenemos en México, ustedes pueden quedarse con esta tranquilidad.
 
Primero. Que en el frente de la seguridad pública y el Estado de Derecho no sólo estamos haciendo frente al problema, sino que le estamos haciendo frente con las medidas adecuadas en el corto, en el mediano y en el largo plazo.
 
En el corto plazo, estamos fortaleciendo la autoridad del Estado en aquellos lugares donde se ha visto debilitada o vulnerada, en regiones o municipios o gobiernos locales por la acción del crimen, que estamos empleando toda fuerza del Estado para ello.
 
En el mediano plazo, estamos fortaleciendo las policías, estamos barriendo las escaleras de arriba para abajo; estamos a través de la Operación Limpieza erradicando la corrupción de los órdenes policíacos y poniendo nuevos oficiales, que están perfectamente sujetos a mecanismos de control de confianza, de vetting. Como se dice en Estados Unidos; exámenes poligráficos, exámenes socioeconómicos, exámenes sicológicos, que nos permiten tener una policía más confiable.
 
Estamos fortaleciendo el ingreso de los elementos de las Fuerzas Armadas y de las propias policías; estamos estableciendo un sistema nacional, que nos permitirá tener una policía sólida; estamos elevando las capacidades tecnológicas de la policía mexicana, que nos permitirán tener una verdadera policía científica para combatir el delito.
 
Estamos construyendo una plataforma, la Plataforma México, que nos permitirá contar con una de las bases de datos de criminalidad y policías más importantes, desde luego, la más importante de América Latina, pero tanto en vanguardia tecnológica, como en su tamaño será, en el mediano plazo, una de las más importantes del mundo.
 
Y en el largo plazo hemos transformado nuestro sistema judicial para ir a un sistema mucho más transparente de juicios orales, que hará de nuestro México, el México seguro, el México legal, el México limpio que queremos.
 
Y, en materia económica, amigas y amigos, sí estamos, efectivamente, como cualquier país, viendo y viviendo los efectos de esta crisis económica internacional.
 
Ustedes lo saben, al igual que yo, por cierto que independientemente de su duración, que quizá sea lo discutible, las crisis, así como las bonanzas y los auges económicos, son de carácter temporal. Si algo deben tener presente hoy es que la economía camina en ciclos, avanza en ciclos, en periodos de auge y en periodos de caída.
 
Y, evidentemente, lo que queda a un país, como México, y eso es lo que yo he dicho insistentemente a los mexicanos, no es tanto el preocuparnos de qué tan profunda o cuántas décimas más o menos tendrá esta recesión económica, que lo es.
 
Lo importante más que preocuparnos de ello, es ocuparnos, en qué podemos hacer para hacerle frente y mitigar los efectos de esta crisis.
 
Y lo que está haciendo el Gobierno de México es, precisamente ello, poniendo todo lo que esté a su alcance para compensar esta caída de demanda, invirtiendo más que nunca en infraestructura, poniendo en práctica Programas de Empleo Temporal, Programas de Paros Técnicos que, verdaderamente, han evitado, por ejemplo, que en estos dos meses 160 mil trabajadores mexicanos pierdan su empleo en el sector de las manufacturas.
 
Poniendo en práctica programas y acelerando mecanismos que puedan acelerar la competitividad de las empresas, como por ejemplo: la posibilidad de aplicar ya plenamente en México investigación tecnológica a la producción agrícola; como por ejemplo, la reducción de barreras al comercio, barreras físicas, independientemente de la lucha que tenemos contra el crimen, eliminar y quitar retenes que obstaculizan la exportación de productos agrícolas.
 
Como, por ejemplo, avanzar en el otorgamiento de nuevas frecuencias de licitación y concursos de nuevas frecuencias en el área de telecomunicaciones.
 
Como hacer las reformas que hemos hecho, no sólo la de pensiones o la fiscal, sino también la energética, que va a permitir la inversión en México para producir petróleo y gas natural a los niveles competitivos que tiene que producir nuestro país.
 
En suma, amigas  y amigos, estamos bien conscientes de la tormenta, pero también estamos bien firmes en el rumbo y en la conducción del país.
 
Sabemos a dónde queremos llegar, estamos haciendo todo para llegar allá. Y más allá de la coyuntura, más allá de estos problemas asociados a esta crisis económica internacional, ténganlo por seguro, llegaremos a nuestro objetivo,  y México va a ser un país con una economía competitiva, generadora de empleos.
 
México será, como lo siguen pronosticando diversas firmas de prospectiva en el mundo, la quinta economía más grande en la década de los 50, después de China, de Estados Unidos, de India y de Brasil.
 
México será el país que queremos, porque en eso estamos trabajando los mexicanos. Y esta no sólo es una buena noticia para los mexicanos, es también, es una buena noticia para la inversión, porque parte de nuestra estrategia se cifra en hacer de México uno de los mejores lugares para invertir, porque sabemos de las potencialidades de nuestra economía, de nuestra gente, de nuestros recursos naturales, de nuestra privilegiada posición geográfica.
 
Porque sabemos que México tiene todo para ser esa Nación grande que está llamada a ser, ustedes pueden estar tranquilos y seguros que lo alcanzaremos.
 
Y si es con la comprensión y, sobre todo, con el análisis objetivo y veraz de lo que pasa en México, llegaremos mucho más pronto y estaremos mucho mejor.
 
Muchísimas gracias por su invitación.

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