Share

¡Hasta la irrelevancia siempre!

By Christopher Sabatini

The OAS' recent decision to allow Cuba to reenter its ranks was largely a symbolic vote, which detracted attention from the deeper hemispheric problems of poverty, inequality, and security.

El voto del miércoles pasado de la Asamblea General de la OEA para iniciar un diálogo para readmitir a Cuba como miembro de la organización demostró, nuevamente, que la organización es tristemente insignificante. Si, los EE.UU. necesitan debatir su política de embargo hacia Cuba. Pero la Asamblea General de la semana pasada no era el lugar para hacerlo.

Las dos partes de este drama simbólico están clamando victoria. Por un lado, los que apoyan a Cuba, incluyendo a los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, no perdieron tiempo llamando la declaración —que tumbó la razón original en 1962 a favor de suspender a Cuba del ente regional por ser un gobierno Marxista Leninista— un golpe a la política de embargo de los Estados Unidos. Por otro, los EE.UU. inmediatamente resaltaron que el consenso no permite la readmisión inmediata de Cuba a la OEA, y llamó a un diálogo en línea con la “prácticas y políticas de la OEA” referentes a los derechos humanos y los requisitos democráticos de membresía, expuestos en varios documentos de la OEA incluyendo la Carta Interamericana del 2001.

Pero al final la pregunta en realidad es ¿a quién le importa? Fidel Castro ya declaró públicamente que él no quiere pertenecer a la OEA. La cuestión es apenas simbólica para los gobiernos y ciudadanos de la región.

Aquí estamos en el medio de la peor crisis económica en décadas. Los gobiernos a lo largo del hemisferio están luchando por asegurar que las ganancias económicas de la última década y la nueva clase media no se desmoronen por la desaceleración mundial, la falta de crédito y la reducción de remesas. A esto hay que añadirle la preocupación por el crimen organizado, la seguridad, el cambio climático e inmigración y en realidad hay una serie de preocupaciones que bien merecen la atención colectiva de los cancilleres de toda la región, incluyendo a la Secretaria de Estado Hillary Clinton.

¿Y qué hace la región con esta escasa oportunidad? Debatir sobre la admisión de un país al ente regional al cual ya ha dicho que no quiere pertenecer. En el futuro, uno en realidad no puede solo culpar a la Secretaria de Estado de Estados Unidos (o a nadie en la administración) por no querer ponerle atención a la región. Al permitir que la agenda de la Asamblea General fuera dominada por los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Honduras y Nicaragua, la OEA demostró su incompetencia al lidiar con los problemas de fondo: pobreza, desigualdad, y seguridad.

La ironía, claro, es que los países que empujaron esta iniciativa son de los más pobres de la región. Más que nadie ellos han podido usar esta oportunidad para discutir sobre desarrollo económico y la crisis global. En vez, cuando sus cancilleres regresaron de la reunión, todo lo que trajeron consigo fue simplemente un simbolismo.

Related

Explore