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El preocupante silencio de la comunidad internacional ante Venezuela

By Christopher Sabatini and Ryan Berger

 El Director Principal de Políticas de AS/COA, Christopher Sabatini, escribe para El Nacional de Venezuela sobre la preocupante timidez de la comunidad internacional frente a las prácticas cuestionables del gobierno del Presidente Hugo Chávez en vísperas de las elecciones del 7 de octubre.

A escasos días de las votaciones los observadores electorales expresan graves preocupaciones: acceso desigual a los medios de comunicación por parte del candidato de oposición; favoritismo de la prensa por el titular del cargo; campañas de desprestigio contra la oposición, y el uso de los recursos del Estado para obtener ventajas electorales. ¿Podrían estos valerosos observadores finalmente estar denunciando los abusos del Presidente Hugo Chávez y de su gobierno contra su rival Henrique Capriles Radonski, en la recta final de las elecciones venezolanas?

Tristemente, no. Estas alegaciones se hicieron en el año 2000 contra el entonces Presidente peruano Alberto Fujimori, en medio de su campaña por obtener un tercero y constitucionalmente discutible período de gobierno. A pesar de una colección de abusos similares a aquellos observados en el 2000, la comunidad internacional ha permanecido callada sobre Venezuela.

El contraste entre el Perú del 2000 y la Venezuela de hoy, es un deprimente testimonio sobre el punto al que los estándares por elecciones libres y justas han caído, así como la nueva tolerancia de la comunidad internacional por los autócratas que cínicamente argumentan motivos de soberanía, para evitar el escrutinio sobre la violación de derechos humanos y democráticos fundamentales.

Con una unificada, rejuvenecida y optimista oposición, y su Revolución Bolivariana mostrando grietas reales, el Presidente Chávez está enfrentando su primer desafío electoral serio desde 1998. El carisma de Chávez puede ser todavía un atractivo fuerte entre los segmentos más pobres del electorado que conforma su base chavista, pero un creciente segmento de votantes sigue poco convencido de que su revolución está dando resultados positivos.

Las encuestas muestran a Chávez en su punto más bajo desde que llegó a la Presidencia, y muchas sitúan a Capriles muy cerca de la victoria. La firma  Consultores 21 tiene inclusive a  Capriles punteando la elección por dos puntos. Esta amenaza para el gobierno de Chávez ha abierto los grifos del patrocinio gubernamental más que de costumbre, lo que ha aumentado el gasto público en un preocupante 30 por ciento, según algunos estimativos. El locuaz mandatario también ha reafirmado su control sobre los medios, interrumpiendo frecuentemente las transmisiones públicas y privadas para llenarlas con largos discursos de promoción de sus políticas. Mientras tanto, Capriles está restringido a tres minutos de publicidad política por día.

Al mismo tiempo, el acoso institucional a los medios privados, incluyendo a las redes sociales, ha intimidado y golpeado a la alguna vez vibrante y autónoma prensa venezolana, como lo han documentado grupos independientes como el Comité de Protección a Periodistas.

Chávez ha emprendido una campaña de difamación contra su rival, acusándolo de intentar desmontar los programas de bienestar social existentes y de ser un cómplice de la burguesía conservadora del país. El Presidente ha usado también imágenes antisemíticas, y ha acusado a su oponente de fascismo. ¿Queríamos ver ataques tipo Fujimori? Difícilmente vamos a encontrar algo más sucio (o más contradictorio) que esto.

Doce años atrás, bajo el dominio de un gobierno nominalmente de derecha en Perú, esas prácticas habrían generado gritos de indignación y llamados para una defensa multilateral de la democracia. Mientras Chávez y sus acólitos han ganado legítimamente elecciones anteriores –la pasada debido a un boicot de la oposición- no es eso lo que está ocurriendo en Venezuela este año. La delegación de UNASUR a la que le será permitido observar el proceso de votación el domingo, debe estar preparada para pronunciarse, independientemente de cuál sea su ideología.

El silencio y la timidez de la comunidad internacional es un retroceso en  los estándares que vigorosamente defendió en el 2000. Y no importa el resultado de la votación del domingo, el verdadero perdedor es el proceso electoral venezolano y el, alguna vez importante, consenso democrático hemisférico.

 

 

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